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Abiel Abbot

6 de septiembre de 2013

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Abiel Abbot alcanza cierta celebridad por su libro póstumo Cartas desde Cuba, originalmente escrito en inglés, traducido al español y citado con frecuencia entre los numerosos textos escritos sobre Cuba por viajeros extranjeros a lo largo del siglo XIX.
Abbot en sí es un personaje interesante y algunos apuntes sobre su vida viene al caso recordar. Se sabe que nació el 17 de agosto de 1770, en Massachusetts, Estados Unidos, y que realizó estudios en la Universidad de Harvard, lo cual nos lo revela como hombre instruido, posiblemente de familia acomodada y con intereses culturales suficientes como para hacer que su hijo realizara altos estudios.
Se conoce además que se casó, inició sus labores de predicador en el estado natal hacia 1793 y que dos años después fue designado pastor de Haverhill, la ciudad donde comenzó sus prédicas, más tarde pasó a Beverly, en el mismo estado de Massachusetts, en condición de reverendo de la Primera Iglesia de allí. Al ejercicio como clérigo (pastor anglicano) dedicó toda su vida, que tal vez no fuera tan recordada de no haber realizado un viaje a Cuba entre los meses de febrero y mayo de 1828 con el propósito de mejorar su salud, aunque en el país contrajo fiebre amarilla durante uno de los brotes de la enfermedad en la Isla y murió en el viaje de regreso, el 7 de junio de 1828, frustrándose así lo que él había previsto como un viaje de salud a las Antillas.
Lo más notable es que Abbot escribió un libro, Letters from Cuba, que vio la luz al año siguiente de su muerte, es decir, en 1829, traducido al español en 1965 por encargo del Consejo Nacional de Cultura de Cuba. Aquella edición de Cartas desde Cuba suscitó el interés no solo de los lectores, también de investigadores e historiadores que hallaron en el libro una fuente apreciable de información sobre diversas zonas del panorama cubano en la segunda década del siglo XIX.
Abiel Abbot se detuvo en el cafetal Angerona —diosa romana del silencio y la fertilidad de los campos—, en la localidad de Artemisa, considerado el segundo de la Isla en importancia y dotado de condiciones de vida muy ventajosas. El cafetal Angerona, o mejor dicho sus ruinas, fueron declaradas Monumento Nacional en 1981.
La lectura de las cartas de Abbot descubre lugares, paisajes y descripciones que las convierten en documento de valor histórico testimonial.

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