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A 85 años del milagro fílmico de “La Virgen de La Caridad” (III)

25 de septiembre de 2015

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fotograma de La Virgen de la Caridad (Small)

Imagen de “La Virgen de la Caridad”

 

Ernesto Caparrós, en carta escrita en 1992, rectificaría la información sobre un supuesto estreno simultáneo de La Virgen de la Caridad en las seis capitales provinciales que conformaban a Cuba. En ella expresó que el número de copias fue reducido pero que, como representante de la película, realizó exhibiciones en varios pueblos de Las Villas, Camagüey y Santiago de Cuba, a los cuales se trasladó por diversos medios. Para un testigo de primera fila como Caparrós carecía de toda verosimilitud lo publicado en algunos diarios acerca de una «tournée nacional». La crítica situación económica del país, asolado por el desempleo, la disminución millonaria en los ingresos generados por la zafra y el recrudecimiento de la represión machadista, limitaba la afluencia de público a los cines. Por si no bastara, eran evidentes las implicaciones sociales del tema abordado por la película: la historia de amor inmersa en una ineludible realidad, la usurpación de las tierras del campesinado por métodos fraudulentos.
Sin el «aderezo romántico» necesario para un público no acostumbrado, señaló el historiador Raúl Rodríguez (1949-1997), era improbable el financiamiento de un filme con este argumento. La B.P.P. Pictures no podía, por ende, arriesgarse a fracasar en la ingenua pretensión de introducir sus producciones en los Estados Unidos. En un estudio sobre el ocaso del cine silente en Cuba, Rodríguez subrayó el carácter excepcional de este filme –único conservado completo por la Cinemateca de Cuba de los títulos de ficción generados en esa etapa–, en el contexto de la producción comercial realizada antes de 1959:

[…] entre tanta cursilería y sin abandonar esos patrones, hace un intento de penetrar hasta cierto punto en la realidad del campesino. […] La versión fílmica muestra frescura –visto claro está a la luz de la época–, un mensaje dinámico y actuaciones aceptables. Además, aunque éste no haya sido precisamente su propósito, presenta el desalojo, los manejos de los terratenientes para despojar a los campesinos de sus tierras, la vida de nuestros hombres del campo o, dicho en otros términos, pone de manifiesto la lucha de clases. Y si en efecto hay una pequeña intervención divina al aparecer el título de propiedad de la tierra gracias a la caída del cuadro de la Virgen, ésta queda relegada en el balance total en el que esta mano divina o Deux ex-machina está ausente.

virgencEl francés Georges Sadoul (1904-1967), prestigioso crítico e historiador del cine, invitado por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en visita efectuada a Cuba en 1960, apreció las escasísimas muestras sobrevivientes del cine cubano. Amén de su absoluto desconocimiento del cine de la Isla, manifestó su agradable impresión por el nivel técnico y estético de La Virgen de la Caridad. Uno de los testigos excepcionales y emocionados de aquella proyección a la que Sadoul asistió el miércoles 5 de abril de 1960, provisto de su cuaderno de notas y su lápiz, fue el fotógrafo catalán Néstor Almendros (1930-1992). No obstante admitir sus arraigados prejuicios contra el viejo cine cubano, Almendros manifestó sentirse intrigado por el título de la vieja película que nadie había visto en tres décadas y que le sugería las «ingenuas hagiografías de tema bíblico» que acostumbraban a exhibir en Pascuas en los colegios religiosos y las parroquias.
La primera sorpresa fue descubrir que no era una película religiosa; el título había sido puesto a propósito para esconder la solución final del conflicto. En su testimonio sobre esa tarde en que todos los asistentes a la proyección de la película tuvieron la revelación de que Cuba tenía en Ramón Peón «un artista visual, un narrador de excepcional talento» recordó Almendros:

La Virgen de la Caridad era, más bien, un melodrama campesino con algo de mensaje social. Otras sorpresas; excelente fotografía, interesantes decorados y localizaciones, montaje profesional, argumento con suspense. La interpretación «estilizada» no era peor que en la mayoría de las películas mudas americanas y europeas. La última secuencia era brillante, con sus acciones paralelas a ritmo in crescendo, movimientos de cámara bien ejecutados y primeros planos a lo Griffith soberbiamente montados. Estábamos atónitos y un poco avergonzados por nuestra arrogancia antes de comenzar la proyección. Al aparecer la palabra «fin», hubo una sostenida salva de aplausos. […].

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Ramón Peón durante el rodaje de “La Virgen de La Caridad”, 1930

La Virgen de la Caridad, duodécimo título en la carrera de Ramón Peón, admite la comparación con las películas producidas en el período en otros países del continente. Peón aún sorprende por la maestría para aportar un clásico en una etapa en que el brasileño Mario Peixoto concibiera su asombroso Límite (1930). Las obras del resto de las cinematografías nacionales menores de esta época superan este filme de 71 minutos, no obstante la simplicidad argumental en el tratamiento del melodrama y las insuficiencias técnicas. Sadoul, eufórico y feliz, «con la perla que acababa de descubrir», declaró antes de su partida:

Me llevo la mejor impresión del cine cubano, como historiógrafo de cine me interesan mucho los antecedentes y he recibido una grata sorpresa con La Virgen de la Caridad, una película silente de mucha calidad que puede calificarse de neorrealista. He observado toda la producción de Argentina y Brasil correspondiente a los años de esta película cubana y no hay en aquellos países nada superior. Excelente por la actuación de los artistas, la dirección, el montaje y el decorado natural.

Sadoul, al incluir luego la película en su Diccionario de Films fundamentó: «Sobre un guión bastante convencional, un buen logro (a escala de una débil producción nacional) por la autenticidad de sus decorados y de sus tipos sociales». Para Sadoul, La Virgen de la Caridad, en su Historia del cine mundial –no carente de imprecisiones al referirse al cine cubano– es «un film que a pesar de la ingenuidad de su guión fue notable en su puesta en escena, sus actores, sus tipos nacionales bien situados».
La Virgen de la Caridad conserva aún, al cabo de los años, el encanto de lo genuino y asombra a las nuevas generaciones de cinéfilos. Esta realización de Peón se inscribió el mismo año junto a obras cimeras de la cultura cubana: Nicolás Guillén escribió sus Motivos de son; Amadeo Roldán compuso la partitura de Rítmicas; Ignacio Piñeiro firmó el son Suavecito y Nilo Menéndez la canción Aquellos ojos verdes. La cifra de emisoras radiales en la Isla ascendía a sesenta y una, de ellas cuarenta y tres en La Habana, número superior en proporción al de las existentes en Nueva York.

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Comentarios



Ines / 23 de noviembre de 2015

Este tema me interesa mucho tambie9n los sedmbolos relioiosgs tienen mucha influencia en las vidas diarias de muchos hispanos. A traves del tiempo, muchos figuras y sedmbolos como La Virgen han sido adoptados por grupos seculares, como grupos nacionalistas. Estos grupos suelen conocer las figuras por sus propias maneras, no siempre a traves de la iglesia. Leed un libro sobre La Santa Patrona de Miami y las populaciones desplazadas de Cubanos en Miami para mi clase de sociologia el af1o pasado. Fuimos a Miami para visitar el santuario de esa Santa y me resultf3 muy educativa. En muchos casos, la gente han confundido la Santa con una Diosa de la Santereda (una religion popular en Cuba u otras partes del Caribe), y su significado para ellos lleva me1s importancia social y nacional que religiosa. Bueno, ya a1Buena suerte!