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Fernando Mendoza

8 de diciembre de 2017

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Una vez que terminamos de publicar en esta sección la gran mayoría de las epístolas que figuran en nuestro libro Ernesto Lecuona: cartas, procedemos a incluir en De Ayer y de Siempre muchas de las notas biográficas publicadas al final de la obra.

Ellas tienen como objetivo informar a los lectores quiénes son las personalidades citadas en las cartas.

 

Fernando Mendoza (La Habana, 1886-1941) Actor. Sus estudios de instrucción general los llevó a cabo en Madrid y regresó a Cuba a los dieciséis años de edad. Unos meses después ingresó en el ejército y en 1902, cuando pertenecía a la guarnición del castillo San Carlos de La Cabaña, él y Manuela Aniceto comenzaron a actuar, como aficionados, en un pequeño escenario existente en el salón del Consejo de Guerra.

Tras salir del ejército, determinó dedicarse a las artes escénicas. Formó un grupo para hacer género vernáculo con la cupletista La Petit Renée y Julito Díaz, quienes lo acompañarían en una gira por ciudades cubanas. Luego, en el teatro Habana, en Gervasio y Virtudes, actuó en la pieza Severidad policíaca y –gracias a esta pieza– empezó a adquirir notoria fama en la interpretación del «gallego», personaje-tipo del teatro popular criollo que lo llevó a su total consagración.

En 1908 se sumó a la compañía del Molino Rojo, cuya máxima estrella era Amalia Sorg y tenía en la dirección de la orquesta a Jorge Anckermann.

 

Tres años más tarde, Arquímedes Pous lo contrató para su agrupación teatral y en ella permaneció hasta el fallecimiento de este, en 1926. Como el «gallego» de tal colectivo se daría a conocer en México, República Dominicana y Puerto Rico. Posteriormente viajó a Venezuela e integró la compañía argentina de Segundo Pomar. De allí partió hacia Nueva York, donde se presentó en obras del teatro lírico español con los mexicanos Margarita Cueto y Rodolfo Hoyos y otras personalidades de la música latinoamericana.

Cuando entre 1927 y 1928 se desarrolló la temporada dirigida artísticamente por Ernesto Lecuona en el habanero Regina, el maestro lo incluyó en el colectivo de actores participantes. Asimismo colaboró con él en otros empeños escénicos, como los estrenos de algunas de sus zarzuelas: María la O, Lola Cruz…

Constituyó empresas para auspiciar temporadas en coliseos de La Habana con Rita Montaner y Enrique Arredondo, entre otros. Su nombre quedó registrado en la nómina del Alhambra. Trabajó durante 1934 en las representaciones de teatro lírico criollo ofrecidas por la compañía de Lecuona en la capital de México y otras ciudades de esa nación. Luego de retornar a Cuba, pasó a la empresa Suárez-Rodríguez, en el Martí, donde debutó el 21 de febrero de 1936 y se destacó en la zarzuela Amalia Batista.

Escribió libretos destinados al teatro vernáculo, realizó grabaciones discográficas de duettos cómicos con Mimí Cal para la firma Columbia y participó en algunas películas cubanas: Alma guajira (1929, Dir.: Mario Orts Ramos), El romance del Palmar (1938, Dir.: Ramón Peón), Mi tía de América (1939, Dir.: Jaime Salvador) y Cancionero cubano (ídem).

Su admiración hacia Ernesto Lecuona –su favorito entre los autores nacionales– quedó resumida en esta opinión: «Lecuona […] debe su enorme popularidad a la espontaneidad con que interpreta el sentimiento criollo. La difícil sencillez, que no todos quieren aceptar: he ahí su secreto».

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