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3 de marzo, Día Mundial de la Naturaleza y de la Vida Silvestre

3 de marzo de 2018

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Elefantes

 

El Día Mundial de la Naturaleza y de la Vida Silvestre, es motivo de celebración para los amantes del medio ambiente, pero también una ocasión única para concienciarnos sobre la importancia de su preservación para la salud del planeta y, nuestra propia supervivencia.

Este año se celebra bajo el lema “El futuro de la vida silvestre está en nuestras manos”, mediante campañas para la protección de los elefantes africanos y asiáticos y, por otro lado, reivindicando también un vínculo inseparable entre la vida silvestre, las personas y el desarrollo sostenible.

Protegiendo a los elefantes. Aprovechando la conmemoración de este Día Mundial de la Naturaleza, las Naciones Unidas (ONU) ha decidido poner el foco en la difícil situación que viven los elefantes africanos y asiáticos, teniendo en cuenta la escalada de caza furtiva que sufren tanto estos paquidermos como otras especies, entre ellas el rinoceronte, el tigre o la jirafa. Aunque la realidad es muy cruda. Actualmente, la caza furtiva de elefantes está poniéndolos en el camino de la ¡extinción!

Un gran desafío, pero mientras haya iniciativas como ésta, la guerra no está perdida.

Cada año se matan alrededor de 25.000 elefantes en África. Su marfil se vende a precio de oro, con un valor entre 123-140 millones de euros, según un estudio realizado por la ONU, en colaboración con la Interpol, denominado: “La crisis de delitos contra el medio ambiente”.

Según un informe de la CITES publicado por la ONU, durante 2015 recibieron un gran golpe. La conclusión a la que se llega es clara: a pesar de que la caza ilegal se ha reducido desde su máximo en 2011, la merma es constante y los nacimientos no compensan las pérdidas, por lo que no resulta sostenible. ¡El marfil sigue siendo un botín muy codiciado! Los niveles de caza furtiva siguen siendo muy elevados en el centro y oeste de África, aquí la situación es crítica, en particular, los cazadores ilegales deberían controlarse mucho más en el Parque Nacional Kruger, en Sudáfrica, donde el problema no deja de agravarse siempre, según manifiesta la CITES.

El secretario general de CITES, John E. Scanlon, ha expresado que “Sea como fuere, no cabe duda de que tanto salvar al elefante o, por ejemplo, al mencionado rinoceronte, es hoy por hoy una utopía por la que hay que luchar”.

Sólo a través del esfuerzo y del apoyo político se puede detener esta situación.

Ser humano y Naturaleza, unidos. En la presente edición del Día Mundial de la Naturaleza también se reivindica el refuerzo del “vínculo indisoluble entre la vida silvestre, las personas y el desarrollo sostenible”.

La organización nos recuerda que es responsabilidad nuestra cuidar la vida silvestre. El deber “de cada generación de proteger la vida silvestre para la siguiente generación”. A su vez, se subraya la “urgente necesidad” de llevar a cabo políticas a nivel nacional para proteger la biodiversidad.

Se trata, en suma, de “asegurar la supervivencia en su hábitat tanto de las especies carismáticas como de las menos conocidas”, señala la ONU.

Obviamente, un solo día no significa nada y, al mismo tiempo, significa mucho. Por un lado, este día nos brinda la oportunidad de reparar en la belleza que nos regala la Naturaleza, pero la situación no permite entretenerse demasiado con esa felicidad idílica.

La fascinante flora y la fauna salvajes están en peligro y, con ella, nosotros. Los expertos no se cansan de advertir que estamos al borde de la sexta gran extinción, un pasaporte a un mundo apocalíptico sin viaje de vuelta.

Es por ello que admirar y respetar son verbos clave. No tanto buscar un fin utilitarista, pues esos son finos mimbres para construir algo que realmente valga la pena, sino un enfoque basado en la protección de la vida, en la que nosotros nos incluimos como parte de un todo.

Sin un cambio de modelo social a gran escala, que sea más solidario, difícilmente puede responderse a la necesidad urgente de combatir los delitos contra la naturaleza. De no producirse, la reacción llegará tarde, o no llegará, y traerá consecuencias nefastas a nivel económico, medioambiental y social.

Las consecuencias del cambio climático son un buen ejemplo de lo unidas que están las actividades humanas y el medio ambiente, tanto para el deterioro de éste como para que se produzca un efecto boomerang cuyos efectos ya estamos padeciendo.

Como habitantes de este planeta, un lugar único y maravilloso sin sustituto, podemos y debemos actuar en la medida de nuestras posibilidades. Puede parecer que una sola persona no es capaz de hacer mucho, pero renunciar es aceptar la derrota sin luchar.

No puede negarse que el mundo actual está dominado por grandes grupos de intereses, grupos poco sensibles a las desigualdades y los dramas humanos, y mucho menos los ambientales, pero no es menos cierto que solo siendo ciudadanos con espíritu crítico podemos hacer la diferencia.

 

Recordemos que…“la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla

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