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1957: Medio siglo de teatro en Cuba (VI)

9 de enero de 2015

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de ayerContinuamos hoy en nuestra sección con la publicación fragmentada de un extenso e interesante trabajo que, con el título de “Medio siglo de teatro en Cuba”, el periodista Francisco Ichaso incluyó el 15 de septiembre de 1957 en una edición especial del “Diario de la Marina” por el 125 aniversario de ese rotativo habanero.

 

Los nuevos rumbos

Partiendo de la experiencia anterior se llevaron a cabo en época más reciente empeños encaminados a situar nuestra escena en los planos en que ella se halla en los grandes centros teatrales del mundo, salvando, claro está, todas las distancias. En esta tendencia han servido principalmente de ejemplo Brodway y París.
En 1935 y como parte de los festejos con que Cuba contribuyó a la conmemoración del tricentenario de Lope de Vega, Luis A. Baral, precursor del nuevo teatro de arte en Cuba, montó en la Plaza de la Catedral, en noche inolvidable, “Fuente Ovejuna”, el intenso drama rural y social del Fénix. La gran resonancia que tuvo este espectáculo movió a algunos escritores y artistas a constituir una entidad teatral con carácter permanente. Surgió así La Cueva, nombre tomado del restaurante de la propia plaza catedralicia en que festejamos a Baralt su triunfo.
La Cueva duró poco, pero trazó rumbos. Se inició con la obra de Pirandello “Esta noche se improvisa”, dirigida por el propio Baralt y con la traducción de Rafael Marquina, otro de los más constantes animadores del buen teatro en Cuba.
También se representaron “Adúltera”, de Martí, “El tiempo es un sueño”, de Lenormand, y “La luna en el pantano”, en la que Luis A. Baralt se reveló como autor dramático. A propósito de esta última obra escribimos en nuestra columna del Diario: “He aquí el teatro cubano sin cubaneo. El cubaneo es un polo opuesto de la cubanidad. La cubanidad es un sentimiento sustantivo y hondo; el cubano es la improvisación, la irresponsabilidad”. Después Luis A. Baralt consolidó su condición de dramaturgo con otra obra de ambiente habanero titulada “Junto al río” e inspirada en la revolución contra Machado.
Pero la más señera labor de este teatrista ha tenido lugar al frente del teatro universitario, que dirigió primero Ludwig Shajowickz, y que desde hace algún tiempo está bajo la regencia de Baralt.
En el Teatro Universitario se han realizado intentos nacionalistas, como la representación de “La hija de las flores”, de Gertrudis Gómez de Avellaneda; pero su repertorio ha estado constituido preferentemente por obras clásicas, sobre todo del teatro griego, que corresponde a una organización de perfiles docentes. Algunas representaciones de esta institución en la Plaza Cadenas, de la Universidad de San Cristóbal, son comparables con las mejores de su tipo ofrecidas en el extranjero.
En 1941 un grupo e devotos de la escena, entre los que se contaba el bien recordado Luis de Soto, constituyó el Patronato del Teatro, cuyo primer presidente fue Ramón Antonio Crusellas, otro teatrista ágil y bien informado. A esta entidad se debe la representación de importantes obras del teatro cubano y el surgimiento de autores y actrices de mucha valía.
Con franco cariz clasista y con la ayuda de algunos grupos obreros adscriptos a la CTC, Paco Alfonso fundó su Teatro Popular que dio algunas funciones en el salón de la Sociedad de Torcedores.
Vida efímera tuvo Theatralia, fundada por Roberto Mendoza y que llevó a escena la “Judith” de Giraoudoux. Más perdurable fue el esfuerzo de la Academia de Artes Dramáticas, que dirige el culto crítico y hombre de teatro Mario Rodríguez Alemán y que realiza una interesante labor didáctica y experimental ofreciendo frecuentemente funciones públicas con sus alumnos; y Farseros, esforzada empresa de Luis Martínez Aparicio.
La Sociedad Pro Arte Musical, aunque se dedica fundamentalmente al fomento de la música, ha tenido también su sección de arte dramático consagrándose preferentemente en sus representaciones del Auditórium al teatro español de repertorio, bajo la dirección un tiempo del actor Guillermo de Mancha y más modernamente de la actriz Hortensia Gelabert.
También la sociedad Community House ha ofrecido teatro inglés contemporáneo en su sala, interpretado por un grupo que se titula The Little Theatre.
Y finalmente debe señalarse la tarea que a favor del buen teatro viene realizando el instituto Nacional de Cultura con sus periódicas representaciones en el Anfiteatro y en gran patio central del Palacio de Bellas Artes. Entre esas representaciones, una de las más recientes y de mayor envergadura fue la del misterio de Paul Claudel “La anunciación a María”.

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