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170 años de José Martí: ¿un descanso de José Martí?

9 de junio de 2023

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Hernan Norman Retrato de Martí, 1891 Óleo sobre tela 56 x 46,1 cm

Hernan Norman, Retrato de Martí, 1891, Óleo sobre tela, 56 x 46,1 cm

 

Newport fue una de las primeras localidades costeras fundadas por los colonos ingleses que emigraron a la América del Norte. A finales del siglo XIX era lugar de veraneo en el este de Estados Unidos. Desde allí Martí escribió una carta el 18 de agosto de 1892 a Serafín Sánchez, combatiente de la guerra del 68, hombre de confianza del general Máximo Gómez y por entonces uno de los puntales del Partido Revolucionario Cubano en Cayo Hueso. ¿Estaba allí el Maestro, como tantos otros veraneantes huyendo del sofocante calor de Nueva York en ese mes?

Para quien sufría problemas de salud aquella estancia podía ayudar a una mejoría si, además, se aprovechaba para el descanso. Sin embargo, la misiva del Delegado del Partido comenzaba así: “Aquí he venido, a este silencio del mar, a poner en junto los últimos hilos del trabajo de estos días.” Alude de ese modo a los numerosos preparativos para su próxima salida a finales de ese agosto para reunirse con las emigraciones cubanas en Haití, República Dominicana y Jamaica. En verdad, no sabemos si descansó en la arena o si tomó algún baño de mar. Pero las varias cartas conservadas que allí redactó, y quién sabe si alguna otra que no se ha hecho pública, indican que se tomó muy en serio lo que dijo a Serafín Sánchez en cuanto a las tareas de trabajo. Las extensas cartas de esos días a varios de sus colaboradores más cercanos en las tareas del Partido indican que cumplió largas jornadas de trabajo escribiendo y pensando en cómo asumir y organizar los asuntos revolucionarios para que marchasen adecuadamente durante su posterior ausencia de varias semanas.

Aquellas fueron largas jornadas de trabajo que le ocuparon seguramente hasta las altas horas de la noche. En esos documentos conservados se revelan temas que le obligaban a pensar cómo atenderlos y como orientar que fueran asumidos por los destinatarios, todos compañeros destacados en las labores del Partido. Él mismo le dice en la carta a Sánchez: “No solo estas labores graves y de múltiples y delicados detalles, han ocupado mi atención, sino el impedir, con una red de defensa que pudiera cubrir toda la de ataque, el inconveniente poco deseable de una persecución oficial del país en que vivimos, hábilmente azuzada por la representación oficial española, en días en que no se ha de dar razón para que nos tachen de ligeros, ni para que pueda creerse en Cuba —como el gobierno español desea que se crea—, que no gozamos de la simpatía o del respeto de los Estados Unidos.”

El texto martiano continúa explicando que “pudo ser el peligro verdaderamente grave, y especialmente inoportuno.” Añade que esperaba se comprendiera que tuvo que laborar para obviar esa amenaza y que por ello tuvo que demorar “a su pesar quehaceres patrióticos de la mayor trascendencia…”. Considera que en cambio tal proceder logró “tal vez obviar esa amenaza, y abrirse, en lo más alto del país, relaciones necesarias de consideración y simpatía.”

Alta política, pues, era la que estaba jugando Martí por esos días. En consecuencia, la estancia en Newport fue la vía para, alejado de los enredos diarios en Nueva York poderse dedicar a pensar e impulsar las acciones para esa estrategia. Sin dudas, Martí actuaba ya como un político de mirada y acción continentales y mundiales. No parece, entonces, que haya descansado en Newport.

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