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170 años de José Martí: sus criterios acerca de la prensa

17 de marzo de 2023

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José Miguel Pérez El Maestro, 1999 Acrílico sobre tela 84 x 65 cm Colección del artista

José Miguel Pérez, El Maestro, 1999, Acrílico sobre tela, 84 x 65 cm

 

Martí vivió una época de grandes transformaciones en la prensa. Dos elementos tecnológicos aumentaron la capacidad informativa del periódico: el cable submarino, interconexión que comunicaba a Europa con América en pocas horas; y el tipo de imprenta llamada rotativa, capaz de imprimir en muy pocas horas largas tiradas. Ambas posibilidades abrieron, a su vez, la actualización sistemática del ámbito informativo y una mayor rapidez en la llegada de la hoja impresa al lector.

En consecuencia con los enormes y abarcadores intereses informativos de Martí y con la variedad de asuntos universales que le motivaron, el cubano dio a la prensa un papel significativo para su tiempo y para el futuro inmediato. Su larga estancia neoyorquina le permitió seguir ese aspecto de los procesos modernizadores en la prensa del país norteño y el significado de esta como medio de comunicación difusor y formador de ideas, opiniones y sentimientos.

El Maestro repite en varios momentos su apreciación positiva de tal proceso. En 1882 escribió: “El periódico desflora las ideas grandiosas.” Ese mismo año es aún más positiva su valoración: “¡Oh, el periódico! ¡lente inmensa, que en ese siglo levanta con certidumbre beneficiosa e implacable las sinuosidades lóbregas, las miserias desnudas, las grandezas humildes, las cumbres resplandecientes de la vida!” Y dos años más adelante dirá: “…en las redacciones de periódicos es donde hierve ahora el genio, que antes hervía en cortes, en conventos y en campos de batalla.” Y en unos apuntes señaló: “No hay cetro mejor que un buen periódico.”

Obsérvese en este otro apunte su manera de defender la inmediatez como necesidad de la prensa recurriendo a imágenes de otros tiempos: “¡El periódico ha de estar siempre como los correos antiguos, con el caballo enjaezado, la fusta en la mano, y la espuela en el tacón. Al menor accidente, debe saltar sobre la silla —sacudir la fusta y echar a escape al caballo para salir pronto y que nadie llegue antes que el.”

Junto a esas valoraciones positivas, el Maestro no deja de señala elementos críticos sustentados en la necesidad de un ejercicio ético desde la prensa. Así, desde sus días mexicanos en 1877 dijo: “Amo al periódico como misión, y lo odio… no, que odiar no es bueno, lo repelo como disturbio.” Y en 1892, alabando a un periódico de la emigración cubana señala: “Un periódico sin generosidad, es un azote. Un periódico generoso, es una columna.”

En consecuencia con los juicios anteriores, Martí es exigente con el periodista. “El periodista ha de saber desde la nube hasta el microbio·” Se refiere a su grandeza: “No hay monarca como un periodista honrado.” Y le pide valor y hasta jugarse la vida por combatir cuando señala: “’¡tiene tanto el periodista de soldado!”

Y uno se pregunta si se estaría refiriendo a su propia persona al afirmar: “¡Que un periódico sea literario no depende de que se vierta en él mucha literatura, sino que se escriba literariamente todo.” ¿Se comprende entonces por qué el arte literario del periodismo martiano? ¿La maravillosa creación literaria en prosa del periodismo de este poeta mayor de la lengua española? Y, claro, sí disfrutó escribir para el periódico, como le escribió a Gonzalo de Quesada en febrero de 1895: “El periódico es la vida.”

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