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170 años de José Martí: Martí y los homenajes al 10 de octubre en Nueva York

9 de octubre de 2023

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El alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en su ingenio Demajagua, que inició la Guerra de los Diez Años y la heroica epopeya libertadora del pueblo cubano, fue conmemorado por los emigrados en Nueva York desde 1884 y hasta el fin de la Guerra de Independencia. El Maestro fue orador destacado en nueve de ellos desde que comenzaron en 1884. Entre 1887 y 1893 fue la voz principal en tales actos, que entusiasmaban a los patriotas cubanos y puertorriqueños residentes en la urbe. En 1894 Martí se hallaba en esa fecha por la Florida, y el traslado a Cuba en 1895 y su muerte en combate no permitieron seguir escuchando su palabra que emocionaba y enardecía, Pero aquella oratoria quedó en el recuerdo y en el alma de quienes lo escucharon, muchos de ellos en casi todas las ocasiones.

Para la conmemoración de 1887, luego de tres años de ausencia de aquella tribuna de homenaje a Carlos Manuel de Céspedes y a todos los iniciadores de la pelea independentista, Martí asumió la organización del encuentro. Para entonces ya él comenzaba a urdir la unidad de acción de los patriotas y a ese efecto redactó y circuló días antes un llamamiento a sus compatriotas de Nueva York para reunirse en la fecha venerable en el Templo Masónico neoyorquino.

En el texto Martí señala que los convocantes “llevamos en los corazones aquella esperanza que no muere jamás” de honrar la fecha “como se debe, todos juntos.” Indicaba así la necesaria unidad. Y explica lo que unía a los emigrados: “Sordos a los halagos que la patria ofrece, aun en su desdicha, preferimos la angustia y la pobreza a una vida donde padece martirio el honor.” Insiste en el actuar unidos: “De la emigración de Nueva York ha nacido espontáneamente, sin sugestiones de personas ni de partidos, de afuera ni de adentro, sin más ayuda que la propia, el deseo de celebrar este año el día de la patria, porque el instinto popular, que no necesita de consejeros ni de guías, presiente acaso que pueden venir días de mayores deberes; porque alguna vez se han de juntar, para ir levantando el corazón, los que sufren en tierra extraña por una causa común, y tienen las mismas penas y los mismos héroes.”

Remarca esa espiritualidad patriótica compartida: “Este 10 de octubre es un arranque de nuestro sentimiento, y cuando más, una expresión de prudente esperanza. Los tiempos mandan que no sea ms. El respeto a la solemnidad del día lo manda también.” Y cierra Martí este párrafo final con la pregunta cuya respuesta flota en su mensaje: “¿A qué cubano, sabiendo que los cubanos van a reunirse el 10 de Octubre para recordar, con sus mujeres y sus hijos, a los que murieron por mejorar la suerte de la patria, no le dirá el corazón: ¨allí debo estar yo?¨

Aquel 10 de octubre de 1887 se repletó el salón del Templo Masónico con los emigrados cubanos que aplaudieron a sus oradores, particularmente a José Martí que iniciaba su camino de líder de los cubanos unidos.

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