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170 años de José Martí: Mariana Grajales en Martí

11 de diciembre de 2023

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El 27 de noviembre de 1893, a los 85 años de edad, falleció en Kingston, la capital de Jamaica, la madre de los Maceo, a causa de una enfermedad renal y congestión pulmonar, según el certificado médico emitido entonces. El 15 de diciembre, Martí le escribe desde Cayo Hueso a Antonio Maceo en torno a los preparativos de la que llamó “la guerra necesaria” a fin de libertar a Cuba del dominio español. Antes de estampar su firma le refiere el sentimiento que le embargó al saber de la muerte de Mariana mientras él se dirigía por ferrocarril hacia Cayo Hueso como destino último de un recorrido por el estado de Florida. “En Patria digo lo que me sacó del corazón la noticia de su muerte” y le añade que habría “algún día que darle sepultura libre, pues “por la idea que ella amó, es el mejor homenaje a su memoria.” Martí culmina sus recuerdos así: “Vi a la anciana dos veces y me acarició y miró como a hijo, y la recordaré toda la vida.”

Estoy convencido de que Antonio, quizás el más querido de sus hijos, leyó aquella carta emocionado y que igual sentimiento le embargó días después al llegar a Costa Rica, donde él residía con su hermano José, el texto en el ejemplar de Patria del 12 de diciembre, titulado “Mariana Maceo”.

Así la describe Martí, recordando su encuentro con ella en Jamaica, en octubre de 1892: “Con su pañuelo de anciana a la cabeza, con los ojos de madre amorosa para el cubano desconocido, con fuego inextinguible, en la mirada y en el rostro todo, cuando se hablaba de las glorias de ayer, y de las esperanzas de hoy vio Patria, hace poco tiempo a la mujer de ochenta y cinco años que su pueblo entero, de ricos y de pobres, de arrogantes y de humildes, de hijos de amo y de hijos de siervo, ha seguido a la tumba, a la tumba en tierra extraña.”

Martí deja una promesa a sus lectores, y a la, propia Mariana: “Por compasión a almas de poca virtud, que se enojan y padecen del mérito de que no son capaces, y por el decoro de la grandeza más bella, en el silencio, sujetaremos aquí el elogio de la admirable mujer, que el corazón, turbado hoy en la servidumbre, pueda, en la patria que ella no vio libre, dar con el relato de su vida una página nueva a la epopeya.” Y en el mismo párrafo se extiende Martí describiendo su sistemático actuar heroico en la Guerra de los Diez Años durante la cual Mariana perdió al marido y a varios hijos, Y vuelve a narrar de su encuentro con ella, ahora la despedida: “Ella quería que la visita se llevase alguna cosa de sus manos; ella lo envolvía con mirada sin fin; ella lo acompañaba hasta la puerta misma,—premio más grato por cierto, el del cariño de aquella madre de héroes que cuantos huecos y mentirosos pudiese gozar en una sociedad vil o callosa la vanidad humana! Patria en la corona que deja en la tumba de Mariana Maceo, pone una palabra: ¡Madre!”

Hermoso, digno y emotivo el homenaje público de Martí a Mariana Grajales, una brillante prueba de su talento literario y de su cálido patriotismo, admirado con aquella madre cubana y patriota ejemplar.

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