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170 años de José Martí: la procesión moderna en Nueva York

12 de mayo de 2023

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Así llamó José Martí al primer desfile de los trabajadores en Estados Unidos, que tuvo lugar el 2 de septiembre de 1884 en la ciudad de Nueva York. El cronista habitual acerca de los sucesos de la ciudad y del país no podía obviar aquel acontecimiento que mostraba la capacidad organizativa y la preocupación por sus intereses propios en aquella clase social cuyo número crecía al ritmo del rápido proceso de industrialización del país y que estaba integrado mayoritariamente por hombres y mujeres inmigrantes. Por eso, desde el mismo párrafo inicial señala así la importancia del acontecimiento: Los que edifican el mundo, quieren enseñarse una vez al año a él: así ante el espectáculo solemne, se decidirán a obrar en justicia los abusadores, y entrarán en miedo los déspotas: mal le irá, al que quiera sentarse sobre todos esos hombres.” Obsérvese, pues, cómo el cubano asentaba aquel suceso como un episodio de la lucha de los trabajadores en pos de la justicia social.

Es marcada la admiración del Maestro ante aquel acto de unidad que evidentemente vio: “¡Qué ejercito, qué ejercito el que el dos de septiembre de este año paseó sus formidables escuadras por las calles más concurridas de Nueva York! ¡Qué hermosura, qué aseo, qué grandeza!” Martí entrega su emoción ante aquel desfile entusiasta: “Cuesta trabajo reprimir las ideas cuando el sol esplende, los trabajadores marchan, y el mundo se ancha.” Y la emprende contra los que llama “politicianos” para definir de ese modo a los que considera “políticos de ruin ralea que trabajan por logrería y oficio.”

A lo largo de muchas páginas, el Maestro describe el paso de aquella multitud entusiasta, y a la cual no se pudo unir buena parte de los obreros de la ciudad amenazados con perder el salario del día. Pero ellos, desde las fábricas, dice Martí, se levantan un momento y saludan la procesión con sus pañuelos y delantales. El cronista describe con entusiasmo minucioso cómo a la cabeza va un obrero a caballo, le sigue una banda de la milicia voluntaria y luego los gremios de los diferentes sectores obreros al son del pito de vapor de una máquina que llevan. Pasan dos mil tipógrafos de los diarios, los enladrilladores que acababan de ganar una batalla contra sus empleadores, los armadores de casas (pintores, barnizadores, cajeteros); alemanes, negros “de alma noble”, empaquetadores, cuchilleros, talladores de madera, cigarreros, sastres. Van con banderas que proclaman sus derechos y que dicen “El trabajo es santo.” Van muchas mujeres “muy limpias y muy pizpiretas.” La imagen del sol, fuente de luz y de calor, le sirve para enaltecer a los que desfilan: “Sol hubiera habido aunque el del cielo se hubiera entoldado: donde quiera que el hombre se afirma, el sol brilla.” Y define la importancia trascendental del hecho: “como andas son los trabajadores, en que viaja el mundo.” Para él, ya no era concebible la sociedad de su época sin los trabajadores. Muchos de los que pasan son niños, y Martí se indigna y dice: “Porque aquí los niños trabajan: y ¡oh infamia sin nombre! catorce horas a veces.”

El análisis martiano de Estados Unidos ya para entonces veía el peso creciente y peligroso de los monopolios, y no deja de advertirlo en esta crónica: “Todo aquello en que se puede emprender está en manos de corporaciones invencibles, formadas por la asociación de capitales desocupados a cuyo influjo y resistencia no puede esperar sobreponerse el humilde industrial que empeña la batalla con su energía inútil y unos cuantos millones de pesos.” Y sentencia: “El monopolio es un gigante negro. (…) Este país industrial tiene un tirano industrial. Este problema, apuntada aquí de pasada, es uno de aquellos graves y sombríos que acaso en paz no puedan decidirse, y ha de ser decidido aquí donde se plantea ante tal vez de que termine el siglo.”

Atento a su tiempo, particularmente a la evolución de Estados Unidos, Martí avizora los males que acarrearían los monopolios, a su país y al mundo. Por eso Martí fue y es aún de todos los tiempos.

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