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170 años de José Martí: Hombre de su tiempo

6 de enero de 2023

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Autorretrato de Martí. El original solo mide 2 centímetros de alto. En la misma hoja hay otros dibujos suyos y la frase Por América, repetida varias veces.

Autorretrato de Martí. El original solo mide 2 centímetros de alto. En la misma hoja hay otros dibujos suyos y la frase “Por América”, repetida varias veces.

 

La corta vida de José Martí tuvo lugar casi exactamente durante la segunda mitad del siglo XIX: del 28 de enero de 1853 al 19 de mayo de 1895: 42 años, tres meses y 21 días. Asombran su intensa actividad práctica estrechamente vinculada a su enorme ejecutoria intelectual en quien no nació en cuna de seda, no tuvo propiedades ni se movió en el campo de los negocios. Su sostén personal y de su familia se debió la mayor parte de su existencia gracias a sus colaboraciones para la prensa, durante breves períodos a la enseñanza y a tareas menores en un bufete durante su año en Cuba

De algún modo, el prócer cubano fue uno más entre los tantos letrados a los que la modernidad capitalista convirtió en asalariados, al igual que a los trabajadores en las fábricas y en los servicios. Quizás ello aguzó su aprecio por los obreros y obreras que laboraban en Nueva York extensas jornadas de hasta más de doce horas, Quien sabe si, además, ello contribuyó a su mirada crítica acerca de aquella modernidad de avances en el conocimiento científico y de la aparición de nuevas tecnologías a costa de la sobrexplotación de la fuerza de trabajo.

Recuérdese, por otra, parte que nació y se crió en una sociedad esclavista en la que semejante infamia se practicaba únicamente con personas negras, base entonces para la fuerza de un racismo que les negaba esencias de su condición humana, algo parecido a lo que a su paso por tierras de nuestra América encontró que sucedía con los pueblos indígenas y sus culturas.

Fue Martí, además un perspicaz enjuiciador de la geopolítica de entonces. A escala planetaria la madurez de su existencia transcurrió en un momento de acelerados cambios del sistema mundo del capitalismo cuando este acrecía el mercado mundial; cuando las grandes potencias europeas se repartían África, gran parte de Asia y las territorios del Océano Pacifico; cuando Estados Unidos acompañaba su veloz desarrollo industrial con el poderío de los bancos y el dominio creciente de su desarrollo económico por parte del capital financiero y de los nacientes monopolios empeñados en convertir a las naciones del sur del continente en piezas de su sistema y hasta de incluirlas en su territorio.

Ese era el mundo de transformaciones contradictorias que alejaban cada vez más el alcance de la igualdad y la justicia sociales, en el cual Cuba, las Antillas Mayores y Centroamérica resultaban piezas codiciadas por el expansionismo estadounidense, que pujaba por dominar una vía interoceánica favorable a la comunicación de su propio territorio, a la ampliación de este hacia el sur, y a su presencia en la disputa por los mercados asiáticos, iniciada con su avasallamiento del reino de Hawai.

Ese fue el entorno desde el cual Martí valoró la necesidad urgente de la independencia de Cuba y de Puerto Rico; de fundar una república nueva en su patria que erradicara el espíritu colonial, que impulsara la concertación de la que llamó Nuestra América y requerida además de sacar las formas de la colonia de las repúblicas. Era, pues un proyecto de mundo distinto el que abrirían las independencias antillanas. Tal fue y sigue siendo el por qué de su presencia cada vez más universalizada. Sin dudas que cumplió aquel axioma que nos legó al afirmar que “para ser un hombre de todos los tiempos hay que ser un hombre de su tiempo”.

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