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170 años de José Martí: “Buenos y malos americanos”

17 de julio de 2023

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marti-su-pluma_60903335d0538Puede afirmarse sin duda alguna que el periodismo ejercido por Martí no solo estuvo presidido por los principios que sostuvieron su pensamiento y su actuación sino que al sostener aquellos mediante una prosa de gran variedad y riqueza expresiva, en la que la imagen desempeñaba un papel esencial, sus escritos estuvieron siempre marcados por un afán de entregar ideas y formar conciencia, además de sentimientos entre sus lectores. Así sucede con sus artículos en el mensuario “La América”, de Nueva York, publicados en 1883 y 1884.
Tal es el caso del que tomamos su título para esta Apostilla, un escrito largo, en el número de abril de 1884, cuyo sentido informativo acerca de una fiesta de los hispanoamericanos de París ante el aniversario del natalicio. el 25 de febrero, de José de San Martín, decisivo en la libertad de Argentina, Chile y Perú. El tema ya muestra la importancia que daba el cubano a la acción libertadora unida de nuestros pueblos. Sin embargo, no deja de llamar la atención que el primer y extenso párrafo del texto no lo dedique a informar acerca de la fiesta sanmartiniana en París, sino que sus muchas líneas valoren la importancia de la unidad latinoamericana.
Martí inicia analizando quiénes son los buenos y los malos americanos. Los malos son “los que sin fuerza para cumplir con los deberes que les imponen, prefieren renegar de las glorias americanas, como si con esto se librasen del mote de menguados y agiotistas…”. Luego señala que son “los que cantan la forma de nuestras glorias, pero abjuran y maldicen de su esencia.” Y los refiere como aquellos que “endiosan a Bolívar y a sus tenientes, y al espíritu ¡oh vergüenza! contra el que aquellos hombres magnánimos combatieron”.
Los buenos americanos están “del otro lado, los que, sin rencillas imbéciles de una parte, pero sin excesos lamentables, de lo que demanda el espíritu de raza por la otra, se estrechan, ponen en alto la bandera nueva y van rehaciendo la cuja en que se yerguen Y añade: Son los que “tienen tamaño de fundadores de pueblos… y no quieren hacer de la América alfombra para acciones que les son inferiores en grandeza y espíritu, sino el pueblo original y victorioso anticipado por sus héroes, impuesto por su naturaleza y hoy sobradamente mantenido en estima por sus hijos.” También añade que tales buenos americanos “cuidan más de cumplir dolorosamente su deber de hijos de América en tiempos difíciles, que de pavonear serventesios y liras humildes, en cambio de interesados aplausos, a los ojos de regocijadas tierras extranjeras.”
Martí, pues, desnuda el falso patriotismo de los malos americanos y su dedicación a buscar el aplauso y el reconocimiento fuera de su tierras. Es notable, entonces cómo el Maestro reúne en el bando de los malos americanos lo mismo a los políticos que eran parte o servían a las oligarquías locales que a los intelectuales desasidos de sus pueblos y afanados en ser aceptados en las sociedades europeas y estadounidenses, o sea, los sometidos al colonialismo cultural.
El Maestro concluye planteando que se necesitaba entonces del espíritu de San Martín y de los de Bolívar, Hidalgo, Belgrano y Rivadavia. Así, aún hoy, Martí nos hace pensar en cuánto debemos ser buenos americanos, como aquellos próceres y como él mismo.

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