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170 años de José Martí: “A la raíz”

25 de agosto de 2023

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Águedo Alonso Martí, de la serie Rostros latinoamericanos, 2003 Acrílico sobre tela 110 x 80 cm

Martí, de la serie Rostros latinoamericanos, 2003, Águedo Alonso, Acrílico sobre tela, 110 x 80 cm

 

Bajo ese título, José Martí publicó en el periódico Patria, el 29 de agosto de 1893, un extenso texto formado por cuatro párrafos. Una de sus ideas esenciales se ha reproducido con frecuencia: “A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a la raíz.” A menudo la referencia queda así; pero en verdad el mensaje del Maestro queda incompleto si no se entrega el cierre de la idea: “No se llame radical quien no vea la cosas en su fondo. No es hombre, quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres”. No solo, pues, hay que ir a las honduras de los asuntos sociales sin que ello se ha de hacer, al juicio martiano, en función de los demás. Y ese servicio humanista ha de sustentarse en el conocimiento de las personas y de los pueblos, de sus necesidades y requerimientos.

Justamente ese es el sentido esencial del escrito del Maestro: ir a la raíz, al fondo de los asuntos cubanos, con lo cual demostró su radicalismo y su condición humana que ya para entonces lo habían conducido a ser reconocido como el líder del patriotismo cubano y en el defensor de los intereses de la que llamó Nuestra América. Martí demostró su radicalismo al analizar en el escrito la situación difícil de la población trabajadora cubana emigrada en Estados Unidos, donde se estaba viviendo una crisis económica que les afectaba severamente en sus ingresos salariales, con lo cual, al mismo tiempo, sometió a dura crítica a la sociedad del norte. Para el Maestro, aquella debía ser remplazada “con la vida propia en la patria libre; tarea urgente “de tener país nuestro antes de que el hábito de la existencia meramente material en pueblos ajenos, prive el carácter criollo de las dotes de desinterés y hermandad con el hombre que hacen firmes y amable la vida.”

Revela entonces el Maestro su comprensión de la personalidad, del carácter, de la identidad del pueblo cubano. Martí no deja de apuntar los males del colonialismo español como “la ofensa reprimida, el bochornoso ambiente de que ya la tierra se ahoga.” Mas también dedica un buen espacio a objetar a la sociedad estadounidense, “este país erizado y ansioso”, que “enseña sin vergüenza sus grietas profundas”, “triste país donde no se calman u olvidan” “las luchas descarnadas de los apetitos satisfechos con los que se quieren satisfacer, o de los intereses que ponen el privilegio de su localidad por sobre el equilibrio de la nación.” Y es tajante su rechazo: “Ni nuestro carácter ni nuestra vida están seguros en la tierra extranjera.”

Por todo ello el escrito culmina, mediante una pregunta: “¿Quién, en la tierra propia, despertará con esta tristeza, con este miedo con la zozobra de limosnero con que despertamos aquí?”. Su respuesta se cita al inicio de este texto: hay que ser radical, ir a las raíces, asegurar la seguridad y dicha de los demás hombres.” Esa fue la tarea autoimpuesta por el Delegado del Partido Revolucionario Cubano. Por eso vino a Cuba y murió en combate.

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