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150 años después (II)

1 de junio de 2017

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12. Sindo Garay. Compositor y guitarrista. Archivo Fotográfico. MINCULTs (Small)

 

Retomo en este comentario el mundo musical de Sindo Garay, porque estamos celebrando siglo y medio de su nacimiento, y aún hay mucho que decir sobre ese genio al que el gran poeta español Federico García Lorca llamó: “el faraón de Cuba”.

Como expresé anteriormente, su catálogo es de unas 300 obras que, como él no había estudiado música, tuvieron que ser transcritas por su hijo Hatuey y otras personas que le admiraban como el gran compositor Jorge Ánckermann, pero muchas se perdieron. También realizaron arreglos para diferentes formatos, Gonzalo Roig, Emilio Grenet e Hilario González, entre otros.

Continuando con el catálogo de obras de Sindo Garay, además de las diferentes variantes de la canción, él creó: guarachas, entre cuyos títulos está “La cañandonga”; mazurkas como la titulada “Mazurka para guitarra”;el pasodoble “El  barberillo”; caprichos, sones, chotis, puntos cubanos, y hasta rumbas, como “El chocolate”, estrenada en el cabaret habanero Cubanacán, en 1930. Además de las mencionadas, algunas están entre las preferidas, y hasta se han realizado excelentes versiones corales, como es el caso de la canción “Retorna”, que no fue registrada, aunque sí grabada por su autor.

Como la vida de este genio musical está llena de anécdotas y muchas de sus obras las tienen,  no puedo dejar de contar aquellas relacionadas con páginas inmortales. Veamos “Mujer bayamesa” o “La bayamesa”, tal como lo contaba Sindo.

Decía que en 1918 andaba por Bayamo, donde vivía un amante de la trova llamado Eleusipo Rodríguez, quien siempre lo alojaba en su casa, y que la noche antes de ocurrírsele esa obra, se unió a un grupo de trovadores que acostumbraban ofrecer serenatas y, al regreso, empezaron a hacer un recuento de los últimos acontecimientos ocurridos. Luego de dormir hasta las doce del día siguiente y saborear un “sopón” delicioso, se sentó en el patio de árboles frutales donde había un pedazo de paredón ennegrecido por el incendio de Bayamo y allí mismo se le ocurrieron los versos. “A mi mente acudió la imagen de la mujer bayamesa con su sacrificio, su coraje y su patriotismo. La valoré como la verdadera heroína que fue y que no titubeó en hacer de su dignidad una tea para incendiar su propia ciudad. Pues sí señor, allí mismo me senté en un taburete que hallé a mano y empecé a escribir la lera que vino fácilmente”. Y quién puede negar la belleza de esa canción en uno de cuyos versos dice: “Ella, sencilla, le brinda al hombre / virtudes todas, y el corazón, / pero si siente de la patria el grito, / todo lo deja, todo lo quema, / ese es su lema, su religión.”

Otra de las anécdotas relacionadas con la obra de Sindo Garay, se refiere a “El huracán y la palma”, inspirada en una fotografía publicada cuando el ciclón del 26, donde aparecía una palma cuyo tronco estaba atravesado por un madero. Ninguna de estas obras fue registrada, y termino este comentario con el testimonio del propio Sindo Garay.

“Yo siempre fui un regado en eso de registrar las cosas que hacía. Pero lo cierto es que viví a mi manera y como quise, sin importarme la parte material de la vida. ¡Ni siquiera las había transcrito! Ya casi alcanzando los cien años, mi hijo Hatuey se ha ocupado de registrar muchas de estas cosas mías que me dieron fama.

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