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Casa de San Ignacio N° 503 esquina a Santa Clara

3 de octubre de 2014

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DSC04415-(Custom)Aún sin restaurarse, muchas casas coloniales del Centro Histórico La Habana Vieja, llaman la atención por sus valores a simple vista. Es el caso de esta vivienda ubicada en San Ignacio esquina a Santa Clara. La información más antigua del inmueble data del año 1812, cuando pertenecía a don Manuel Añorga, era entonces una casa de altos con siete accesorias, según el Cuaderno con los apellidos de los dueños de fincas urbanas de la Habana en 1812.En manos de esta familia perteneció hasta 1818 cuando la compra Don Francisco Pedroso y Barreto, quien fuera Alcalde de La Habana, y primer propietario de esta casa perteneciente a una de las más célebres familias habaneras: los Pedroso. A la sazón se describía como  “una casa alta y baja situada haciendo esquina á dos calles la una que titulan de San Ignacio y la otra de San José”. Según Manuel Pérez-Beato, en el tomo dedicado a la Toponimia de su libro Habana Antigua, la calle Santa Clara ha tenido a lo largo del tiempo varios nombres, entre ellos San José por el año 1808. Esta descripción es muy semejante a la actual, por lo que debió construirse en los setecientos.

San-Ignacio-No.-503,-escalera-(Custom)En su libro La casa habanera, la arquitecta Madeline Menéndez, se  refiere a ella como una “alta del siglo XVIII, con zaguán y entresuelo expresado en sus dos fachadas. El zaguán, a través de un elegante arco mixtilíneo, se enfrenta a la galería paralela a la calle Santa Clara que conduce a la recia escalera de piedra que aún conserva pasamanos de madera de curioso diseño. El patio central, de pequeñas dimensiones, queda delimitado por dos galerías paralelas y por aposentos, precedidos por balcones corridos, en los otros dos lados”. Por otra parte, su privilegiada posición esquinera otorga a este inmueble una notoriedad en el conjunto urbano que resalta apenas se desemboca en la calle San Ignacio.
En 1882, siendo su propietaria doña Ana Díaz-Berrio deja en herencia la edificación a los descendientes de su sobrina doña Rosa Díaz-Berrio, casada con don José María Cadaval y Chacón, Coronel de Milicias de Caballería de la Plaza de La Habana.
En1890, la casa pasó por partes iguales a los hijos de este matrimonio: Francisco, José María, Serafina, Isaac, Mercedes, Joaquín, Arturo, Ernesto y Ana María Cadaval y Díaz-Berrio. Y entre 1893 y 1900, Don Pedro Gómez Mena compró la casa de San Ignacio N° 43 entonces, adquiriéndola por parte, de mano de sus propietarios Cadaval y Díaz-Berrio.
A pesar de su interés por el inmueble Don Pedro Gómez  Mena, nunca  habitó la casa, si no que la arrendaba para viviendas, oficinas y almacenes, pues en 1900 la planta baja se utilizaba como depósito de ron del señor José Bacardí y en los altos se encontraba la oficina de Isidoro Ruiz, encomendero, y en 1904 residía en esta dirección el Doctor Lorenzo Chabau, médico.
En 1906 Gómez Mena vendió el inmueble a Doña Elisa Branham y Mason, viuda de su hermano don Francisco Gómez Mena, quien a su vez lo dio en arrendamiento al propio Pedro. La finca medía en aquel tiempo: 18 metros 90 centímetros de frente, 22 metros 20 centímetros de frente de fondo, 19 metros 90 centímetros en su ala derecha y 20 metros 20 centímetros en la izquierda que hacen una superficie de 408 metros 94 centímetros.
En este período la casa fue sub-arrendada. Algunos de sus espacios funcionaban como oficinas, pues según la Guía oficial de los Señores Abonados a la Red Telefónica de La Habana, de los años 1906 y 1911, en 1906 radicaba en ella la Compañía Azucarera del Central San José, y en 1911 el médico Filiberto Rivero.
San-Ignacio-No.-503-(Custom)En 1920, cuando la compra el señor José Pi y Carreras, el edificio se describía  como “casa de alto y bajo de mampostería y tejas”. Por esta época fue arrendada también, a Don José María Gómez y Rodríguez. En 1936, queda como propietaria Doña María Lladó Vidal, al fallecimiento de  su esposo José Pi y Carreras.
Pero esta familia tampoco habitó la casa, por lo que continúa alquilada para viviendas, como hicieron sus dueños anteriores, esta vez con más subdivisiones. Como aparece en el archivo de Amillaramiento la casa de vecindad contaba, entre 1935 y 1936, con cinco accesorias, cinco habitaciones en planta baja, once habitaciones en el entresuelo, once en planta alta y seis en la azotea.
A la muerte de esta señora en 1952, y ante la inexistencia de descendientes legítimos, el heredero universal de sus bienes fue su sobrino don  Jaime Lladó Alsima, perito industrial y vecino de San Felin de Guiscols en Barcelona, quien siguió alquilándola para viviendas.
Como bien afirma la autora citada, actualmente esta “casa muestra un alto grado de deterioro constructivo que ha implicado la pérdida parcial de la planta alta y que amenaza con su total destrucción, hecho lamentable para nuestro patrimonio edificado así como para los valores urbanísticos del conjunto, dada su estratégica posición de esquina”.

*Los datos históricos fueron tomados del estudio sobre la calle San Ignacio realizado por la Lic. Patricia Andino Díaz.

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