Un sentimiento nacional de solidaridad
17 de mayo de 2021
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Redacción: Habana Radio
Fotos: Alexis Rodríguez
En la esquina de las calles Mercaderes y Lamparilla, se erige desde 1995 un Museo que posee una doble significación. Además de exhibir trajes, cascos, medallas, insignias, pitones, megáfonos, hachas y otros objetos utilizados por los cuerpos de bomberos de la ciudad, este sitio ha sido rescatado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana para recordar uno de los más trágicos sucesos de La Habana del siglo XIX: el incendio de la Ferretería Isasi.
Justo el 17 de mayo de 1890, por irresponsabilidad del propietario del almacén – quien, para evadir los impuestos, no declaró la importación y el almacenamiento ilegal de varias sustancias inflamables ni informó a los bomberos de su existencia – en horas de la noche comenzaba un catastrófico incendio.
Para que la tragedia no quede en el olvido, cada año la OHCH realiza un acto en homenaje a las 39 personas fallecidas en el siniestro, cuyos restos fueron velados en las galerías del antiguo Palacio de los Capitanes Generales, hoy Museo de la Ciudad; asimismo, se reconoce la valentía y entrega de los bomberos que realizaron esfuerzos asombrosos para rescatar a heridos y cadáveres, ejemplo seguido por las siguientes generaciones de hombres altruistas que arriesgan sus vidas para salvar otras. Es que por eso que siempre se depositan ofrendas florales en perpetuo reconocimiento a estos profesionales.
Como relata la historia, un sereno del barrio esa jornada avisó del suceso a la Estación Central de los Bomberos del Comercio. Junto con los Municipales, llegaron los bomberos y se escucharon al unísono los silbatos de la Policía, el repicar de las campanas de iglesias cercanas y los gritos de auxilio de pobladores. Se movilizaron, además, marineros, vecinos y curiosos que acudieron para brindar su solidaridad.
Según un escrito de la periodista Teresa de Jesús Torres, “ocurrieron dos explosiones, una detrás de la otra. Una densa columna de humo se elevó; puertas y ventanas del establecimiento saltaron por los aires, y se derrumbaron sus gruesos muros y techos, que fueron amontonándose frente a la Ferretería e inmuebles contiguos, lo cual interrumpió el paso por la calle Lamparilla. Toda una imagen dantesca.
”Montones de escombros sepultaron a un puñado de valientes, quienes trataron de entrar al edificio para facilitar que las mangueras bañaran el local. En la mayoría de los casos se apartaron con las manos maderos, hierros y piedras, para no lastimar a los que continuaban con vida, y, posteriormente, se rescataron los cadáveres. Hasta la tarde del domingo se extendió el incendio, en tanto los bomberos realizaron esfuerzos asombrosos para rescatar a heridos y muertos.
”El 18 de mayo la ciudad amaneció enlutada. Se suspendieron las funciones y bailes de todos los teatros hasta pasado el lunes. Se exhibieron crespones negros en las casas y edificios públicos, sobre todo los situados en las calles por las que debía pasar el cortejo fúnebre”.
Justo a la entrada del actual Museo de los Bomberos se exhibe en su fachada una tarja alegórica a los acontecimientos de 1890 y la lista de los nombres de quienes perdieron la vida en el incendio de la ferretería. Como expresara en cierta ocasión el Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, “la lápida explica lo ocurrido aquel 17 de mayo: transeúntes, bomberos del comercio y bomberos municipales, agentes del orden público, marinos… murieron en el acto. El fuego se convirtió en un desastre que provocó una cuestación pública, un sentimiento nacional de solidaridad”.
Entre las piezas que exhibe también la institución sobresale la pintura mural en la pared posterior, que escenifica el desastre ocurrido en 1890; el Carro Bomba de vapor de tracción animal utilizado por los Bomberos Municipales (Ayuntamiento de La Habana, 1901); la maqueta de un coche bomba de principios del siglo XX y un extinguidor de tracción humana de 350 libras del siglo XIX.
Con este encuentro sin dudas se destaca la tradición del bombero, el altruismo, el valor que viene desde los primeros hombres que integraron estos cuerpos y perdura en los actuales integrantes, los cuales sienten amor por el oficio, que ya no solo se trasmite de generación en generación de la familia sino también de generación en generación de cubanos que ponen muy en alto el lema que los caracteriza: disciplina, honor y valor.
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