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Américo Castro

11 de mayo de 2021

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En enero de 1928 se celebra en La Habana la Sexta Conferencia Panamericana, encuentro importante de jefes de Estado del continente, al que concurre hasta el presidente norteamericano Calvin Coolidge.

Gerardo Machado, en el poder desde 1925, ha hecho saber sus intenciones de prolongar su “estancia” palaciega y por presiones suyas se aprueba en junio del 27 la reforma constitucional que extiende el mandato de cuatro a seis años.

Jóvenes, estudiantes, sectores obreros y ciudadanos reciben la noticia de mal grado y vislumbran los propósitos ocultos de Machado. Un panorama sombrío se avizora cuando el Diario de la Marina anuncia en la primera de sus páginas que el viernes 2 de noviembre arriba el Alfonso XIII que, procedente de México, trae al escritor español Américo Castro.

La primera de las conferencias, y todas las demás, se da en el teatro Martí, de Dragones y Zulueta, el domingo 4. “Con fácil y elegante palabra, el doctor Juan Marinello presentó al conferencista al numeroso público”, apunta un diario habanero, en tanto Marinello destaca que “tiene Américo Castro, cultura de culturas, pleno lujo vital”.

El 7 en la tarde da una segunda charla y el 9 la tercera, sobre el tema: “El movimiento eramista en España y la novela picaresca”. Dice entonces: “Erasmo, en todas sus doctrinas, se manifiesta plenamente humanista. Sus teorías tienen gran influencia en los espíritus más excelsos de España”.

En el orden físico, don Américo, joven aún, luce una copiosa luchana y tras los espejuelos, destacan los ojos vivaces.

El día 14, sobre el tema de la picaresca, observa que “el Lazarillo de Tormes refleja toda la España de su tiempo (…), a su autor lo inspiraba un propósito de crítica social”.

En la mañana del domingo 18 se enfrasca en “La divina feminidad de Santa Teresa”, ocasión en que remarca la influencia de la escritora sobre autores posteriores, y desmitifica falsos conceptos y errores sobre la personalidad de la religiosa de Ávila.

Para el domingo 25 deja un asunto de especial interés: al creador insigne del Quijote, de quien opina que “en las obras de Cervantes se encontrarán todas las virtudes del alma española: tacto, mesura, falta de pedantería, anhelo de contrastes… La lección que nos da Cervantes en su obra, la repite en su vida”.

Filólogo y ensayista, Américo Castro fue catedrático de Historia de la Lengua Castellana en la Universidad de Madrid y embajador de la República Española en Berlín. Al estallar la guerra civil en 1936 embarcó hacia Argentina y de allí a Estados Unido, dio clases en Princeton. Américo Castro es considerado uno de los grandes cervantistas del siglo XX.

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