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José Martí y el valor que le concedió a los principios

24 de marzo de 2021

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José Martí, 1896, Federico Edelman, Carboncillo sobre papel, 57 x 45 cm

José Martí, 1896, Federico Edelman,
Carboncillo sobre papel, 57 x 45 cm

 

José Martí fue un hombre que basó su existencia en el cumplimiento cabal de principios esenciales  que  expresó en distintos trabajos, cartas, discursos, poemas y en otras obras.

Él, por ejemplo,  proclamó que un hombre estaba en el deber de prestar sin que nadie lo regañe, el servicio que lleve en sí y en plena correspondencia con éste y otros conceptos actuó durante su breve pero fecunda existencia.

En diferentes etapas de su vida expuso una serie de principios que ponen de manifiesto sus concepciones acerca de aspectos esenciales para los seres humanos.

En la  carta que le enviase a su querida madre, Leonor Pérez, fechada el 15 de mayo de 1894, reflejó su disposición de poner su vida al servicio de la causa de la liberación de su tierra natal.

Reflexionó incluso  sobre las incomprensiones de su familia en relación con su actitud y señaló que  aprendió su entereza y rebeldía precisamente de sus padres.

Expresó además el sentido que le atribuyera al sacrificio al manifestar:

“Mi porvenir es como la luz del carbón blanco que se quema él para iluminar alrededor.”

Ya desde mucho antes, en  1878, cuando tenía 25 años, en una carta que le dirigió al entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, Joaquín Macal, igualmente Martí había expuesto que la vida debe ser diaria, movible, útil y precisó que  el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo.

También en esa carta detalló como él intentaba contribuir al desarrollo de la vida y la felicidad de los seres humanos al expresar: “Mi oficio, cariñoso amigo mío, es cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande.”

Consecuente con estos conceptos Martí transitó por la vida, trabajó como escritor y periodista, ejerció la función de maestro y  laboró como representante diplomático de distintos países de América Latina en los Estados Unidos de América.

Y además en correspondencia plena con esos postulados dedicó su vida al empeño de lograr la reanudación de la lucha por la independencia de Cuba.

Precisamente en la carta que le escribió a su madre el 15 de mayo de 1894 afirmó: “Pero mientras haya obra qué hacer, un hombre entero no tiene derecho a reposar.”

Casi un año después en lo que fue la última carta que le enviase a Doña Leonor José Martí  reiteró un principio esencial sobre el que basaba. Le expresó: “El deber de un hombre está allí donde es más útil”.

En otras cartas y trabajos igualmente hizo referencia a cómo concebía la vida.

En una misiva que le envió a su gran amigo y colaborador Gonzalo de Quesada, fechada el primero de abril de 1895, cuando ya estaba próximo a retornar a Cuba para contribuir al desarrollo de la guerra que había organizado, Martí manifestó: “Ya  usted sabe que servir es mi mejor manera de hablar.”

Y sobre la utilidad de lo que hacía al poner su vida al servicio de la causa de la independencia de su tierra natal, también Martí expuso consideraciones.

Al respecto él dijo que necesitaba ganar una batalla para hoy; sino que, al ganarla, desplegar por el aire el estandarte de la victoria de mañana.

Y tras preguntar: “¿Qué dónde estoy?” expuso a manera de respuesta contundente que se hallaba en y con la revolución, y agregó que no para perderla, ayudándola a ir por malos caminos, sino para poner en ella, con su leal entender, los elementos quienes, aunque no sean reconocidos al principio por la gente de poca vista o mala voluntad, serán los que en las batallas de la guerra, y en los días difíciles y trascendentales batallas de la paz, han de salvarla.

Cito igualmente algo expuesto por Martí en 1877 cuando en una carta escrita durante su estadía en Guatemala y dirigida al doctor Valero Pujol  expresó: “Vivir humilde, trabajar mucho, engrandecer a América, estudiar sus fuerzas y revelárselas, pagar a los pueblos el bien que me hacen: éste es mi oficio. Nadie me abatirá; nadie me lo impedirá.”

Igualmente José Martí en una carta dirigida a Antonio Maceo, fechada el 15 de diciembre de 1893 resumió en una breve pero emotiva frase el sentido que le atribuyese a su vida y la sencillez con que encaraba su existencia y la labor que realizaba.

Afirmó: “Yo no trabajo por mi fama, puesto que toda la del mundo cabe en un grano de maíz…”

Y agregó seguidamente: “…trabajo para poner en vías de felicidad a los hombres que hoy  viven sin ella.”

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