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Fanny Elssler

20 de enero de 2021

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Fanny Elssler tuvo el mérito de ser, en palabras de Alejo Carpentier, “la primera gran bailarina que atravesó el Océano para danzar en nuestro continente”. Desembarcó en La Habana en enero de 1841 y debutó en el entonces muy nuevo teatro Tacón –inaugurado en 1838 y sito en el Paseo del Prado del área de extramuros de la ciudad el 22 de enero, bailando el ballet La Sílfide.

Entusiasmo y admiración despertaron las actuaciones de una artista precedida de renombre y de quien el crítico Serafín Ramírez escribió en estos términos:

Dio seis funciones, asistida de la compañía dramática que por entonces trabajaba en Tacón, pudiéndose contar aquéllas por otras tantas ovaciones. El teatro se veía constantemente lleno, o mejor dicho, cuajado de espectadores.

Nacida en Viena en 1810, se hallaba en el momento cumbre de su carrera. Ella y María Taglioni fueron, tal vez, las más celebradas bailarinas de mediados del siglo XIX, pero se cuenta que la belleza y maestría de la austríaca inclinaron la balanza a su favor.

En Cuba se comentó mucho de ella y dio motivos para que se escribiera una pieza titulada Fanny Elssler y los Raveles –estos últimos, hermanos franceses que se presentaron en La Habana con éxito en sus números de funambulismo. A Fanny además, se le compuso por aquellos días un vals.

El poeta José Jacinto Milanés le dedicó dos composiciones, una en español y otra en francés. De la primera aquí reproducimos tres líneas de verso ilustrativas:

 ¿Y qué diré de tu gallarda planta?

 ¡Que nunca oprime el suelo y nunca pisa;

 Que solo vuela y que volando encanta!

La artista permaneció en el país hasta entrado el mes siguiente, pues fechada en febrero y desde La Habana, escribía en una de sus cartas:

Estoy encantada de haber venido a Cuba, no meramente por haber extendido mi renombre, sino por el encanto que he hallado en todo lo que me rodea. El cielo, el clima, sus sabrosas plantas, el pueblo, su generosidad, su hospitalidad…

Una tarja de mármol colocada en la fachada de la que fuera vivienda de los Condes de Peñalver y que hoy ocupa el Centro Wifredo Lam, situada en la esquina de las calles San Ignacio y Empedrado (en el área de la Plaza de la Catedral), recuerda al transeúnte que allí se alojó Fanny Elssler. La única de las luminarias de la danza de entonces que hizo tournée por América tiene así en la ciudad de La Habana un recuerdo permanente.

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