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Edificio de la Aduana de La Habana y sus tres espigones San Francisco, Machina y Santa Clara IX

24 de mayo de 2013

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Portada de la Aduana, 1959

En un informe de Balance de la Compañía de 30 de septiembre de 1947 (registrado en el expediente de Amillaramiento) se declaró la siguiente valuación perital: los muelles de San Francisco y Machina se tasaron en $4 677 268.14; y el de Santa Clara en $2 107 915.34, que suman un total de $6 785 183.48. La renta mensual abonada por la empresa en estas fechas era de $2 500, la cual fue elevada a $5 000 por acuerdo de la Junta de Amillaramiento a partir del primer trimestre de 1948, siendo aceptado este acuerdo por el Alcalde Municipal el 11 de noviembre de 1948.
Para el año 1947, la capacidad y superficie de las instalaciones eran caracterizadas de la manera siguiente: “…los planos de la Compañía de los planos de los Muelles aparecen estos con las medidas y capacidades siguientes: San Francisco 688 x 194 pies, 200.018 pies cuadrados, 22 006.97 toneladas de capacidad. Machina 639 x 194 pies, 202.919 pies cuadrados, 22 319.50 toneladas de capacidad. Santa Clara 610 x 164 pies, 174.370 pies cuadrados, 12 950 toneladas de capacidad.”

Los espigones vistos desde Casa Blanca, 1946

El aumento del valor de la renta fue un fenómeno común entre las décadas de 1930 y 1960, como resultado de tasaciones periódicas y valuaciones peritales de agentes gubernamentales, que fueron siempre objetadas –sin resultados positivos- por la Havana Docks Corporation. Para que se tenga una idea del aumento progresivo de los valores de renta –en relación con montos cada vez más elevados del valor de las instalaciones portuarias de la Havana Docks… – baste decir que después de un largo litigio acontecido en los años de 1930, por resolución definitiva del Alcalde Municipal de noviembre de 1939 se fijó a dichos muelles y almacenes una renta anual de $30 000 desde el año 1936. Con este valor se mantuvo el Impuesto Territorial sobre las edificaciones de la Havana Docks Corporation hasta 1947 –es decir pagando mensualmente $2 500-. Sin embargo, una nueva tasación fue ejecutada en noviembre de 1947, y se fijó la renta en $60 000 anuales desde el primer trimestre de 1948, el doble de la cantidad antes abonada.
En estas fechas la compañía estableció nuevamente varios Recursos de reforma en los que fundamentaron la depreciación del valor económico de las instalaciones por el deterioro natural, el uso intensivo y la ausencia de obras de mantenimiento, ampliación o reconstrucción. La empresa fundamentaba su recurso en las razones siguientes: “pues tampoco ha sido reedificada ni ampliada, y por el contrario ha sufrido depreciación y la concesión al amparo de la cual la HDC opera dichos muelles y almacenes tiene por el contrario menos valor intrínseco…”

Aduana y Ave. del Puerto, luego de retirar los elevados en 1942

A pesar de no haber sido reedificada ni ampliada la obra y de la no existencia de arrendatarios ajenos que pagasen rentas a la Havana Docks Corporation, el valor de la concesión aumentó a juicio de las autoridades fiscales. Este fenómeno es complejo en un análisis causal, pues como refiere la propietaria el inmueble no había sido alterado con mejorías constructivas, ampliaciones o transformaciones de importancia, manteniendo la configuración, distribución y fisonomía definitiva adquirida en 1924 tras las obras ejecutadas en ese año (por las que se había tasado entonces en $30 000 anuales). El aumento del valor puede deberse entonces –según se conjetura- a una evaluación del excelente estado técnico de la edificación, las capacidades especiales –tanto por equipamiento, infraestructura, etc.- del edificio para asumir las funciones a que se dedicaba el negocio y la multiplicidad de servicios que prestaba. Por las razones que fueran, lo cierto es que al finalizar la década de 1940 el conjunto disfrutaba de favorables condiciones constructivas en todos sus espacios e inmejorables facilidades de explotación. Con la remodelación de la calle San Pedro y el desmontaje de los elevados del tranvía (1942), se cerraron parcialmente los vanos de la planta baja del Edificio Marginal; fenómeno que continuó durante la década siguiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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