ribbon

Valoraciones de José Martí acerca de escritores cubanos

22 de septiembre de 2020

|

 

260px-Jose_joaquin_palma

 

Sin ser específicamente un critico literario José Martí si expuso consideraciones  en torno a varias obras de autores cubanos.

Incluso en algunos casos además de ofrecer criterios sobre el contenido y características de libros de poesía, novelas y otras obras,  también detalló consideraciones importantes en torno a la actividad de creación como tal y sobre la poesía y otros géneros de la literatura.

Por ejemplo esto se puede apreciar en una valoración que hizo sobre José Joaquín Palma quien había nacido en Bayamo el 11 de septiembre de 1844 y con el que se relacionó durante su estadía en Guatemala entre 1877 y 1878.

En 1882 desde los Estados Unidos, Martí le escribió una carta a Palma en la que hizo referencia a lo que había experimentado al leer un libro de poesías que él le había enviado.

En esta carta que después se publicó como introducción al libro titulado Poesías de José Joaquín Palma, editado en Tegucigalpa, Honduras en 1882, Martí le expresó a su compatriota y amigo la siguiente reflexión sobre la importancia que le atribuía a la existencia y la labor de los poetas: “¡Bien hayan siempre los versos, hijos del recuerdo, creadores de la esperanza! ¡Bien hayan siempre los poetas, que en medio a tanta humana realidad anuncian y prometen la venidera realidad divina!”

También ofreció detalles acerca de como concebía el acto de creación de manera específica de los poetas al manifestar que hay versos que se hacen en el cerebro, y precisar que éstos se quiebran sobre el alma: la hieren pero no la penetran.

Seguidamente afirmó que hay otros versos que se hacen en el corazón, de él salen y a él se van.

Para Martí solo lo que del alma brota en guerra, en elocuencia, en poesía, llega al alma.

Igualmente en la carta que le escribió en 1882 a José Joaquín Palma lo calificó como un poeta indiscutible y sobre sus versos le dijo que susurran, ruedan, gimen y rumorean.

Y además le comentó: “No hay en ti fingidos vuelos, imágenes altisonantes,  que mientras más luchan por alzarse de la tierra, más arrastran por ellas sus alas de plomo. No hay en ti estériles prepotencias de lengua, exuberante vegetación vacía de fruto, matizada apenas por solitaria y, entre las hojas, apagada flor. En tu jardín, tus versos serían violetas. En un bosque, madreselvas. No son renglones que se suceden: son ondas de flores.”

 

Ramón_Meza

 

También sobre Ramón Meza, autor, entre otras obras, de la novela Mi tío el empleado Martí hizo referencia en un trabajo publicado en El Avisador Cubano, en Nueva York, en la edición correspondiente al 25 de abril de 1888.

Se refirió al contenido y características de esta obra que cuenta la historia de Vicente Cuevas quién llegó a Cuba procedente de España sin más seso, ciencia, ni bienes que una carta de recomendación que le había dado un marqués para una persona en La Habana.

Detalló como ese personaje se relacionó con un empleado que resultó ser un connotado ladrón y como a través de las maniobras de ambos, Cuevas se logró convertir en un hombre con grandes recursos económicos.

Martí señala que en el libro de Meza se pone de manifiesto como los empleados en Cuba se enriquecían robando y precisa que el libro, sin ser más que retrato, parece caricatura y al respecto expresa que precisamente su mérito está en que aún en el riesgo de desviar la novela de su naturaleza, no quiso el autor invalidarla mejorando lo real en una obra realista, cuya esencia y método es la observación, sino que, hallando caricatura la verdad, la dejó como era.

Martí opinó acerca de las cualidades de Ramón Meza como gran observador de la realidad que reflejaría en su novela y destacó que esto le posibilitó una originalidad poderosa.

Y tras hacer referencia al estilo de la novela Mi tío el empleado, significó que incluso los defectos que se hacían evidente en la obra, como nimiedad y cargazón en las descripciones, no eran en realidad defectos como tales, sino abundancia de condiciones por donde se revela, con el exceso propio de la juventud, la pasión esencial del artista por la verdad y el color.

Detalló seguidamente cuál era su criterio en torno al estilo de una obra en sentido general al exponer: “El estilo, más que en la forma, está en las condiciones personales que han de expresarse por ellas.”

No solo en trabajos periodísticos ó en cartas sino también en varios discursos que pronunció Martí destacó la meritoria labor de escritores cubanos.

Por ejemplo una de sus primeras intervenciones en este sentido fue la que realizó en La Habana el 28 de febrero de 1879 en la velada que se organizó en el Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa para rendir homenaje al poeta Alfredo Torroella, fallecido el 21 de enero de ese año en la capital cubana.

 

alfredo-torroella-merida-Medium

 

Martí comenzó su discurso haciendo una reflexión sobre la muerte al manifestar: “No quiere hoy la palabra ardorosa, en flores de dolor que arrebata el viento, tributar pasajero homenaje al muerto bien amado de la patria. Aunque, si la patria lo ama, no está muerto.”

Seguidamente habló acerca de la trascendencia de la vida de Torroella y señaló que como orador,  arrastró y como poeta, sedujo.

Martí había conocido a Alfredo Torroella  en México. En este país Torroella se había radicado desde 1868 y allí alcanzó notoriedad por su labor como creador en el campo de la cultura.

Sobre la estadía de este poeta cubano en tierras mexicanas y los éxitos que allí obtuvo Martí también opinó en el discurso que pronunció en el Liceo de Guanabacoa.

Expresó que con Alfredo Torroella llegó a la buena Mérida un hombre vigoroso y que creció en el mar, a solas con el destierro, el bardo joven.

Agregó que aquellos campos vastos y elegantes, aquel hogar caliente, aquel lenguaje nuevo, aquella vida largo tiempo soñada, aquella atmósfera tanto tiempo apetecida, dieron súbito temple al peregrino  y, empuñando el bordón del caminante, como acero flamígero moviolo a los ojos de los vehementes meridanos. Y añadió de inmediato: “Cantó a sus poetas y a sus palmas- poetas de las selvas.”

Martí igualmente opinó acerca de otro creador e investigador cubano, en este caso Antonio Bachiller y Morales. No fue través de un discurso pero sí en un trabajo que salió publicado el 24 de enero de 1889 en El Avisador Cubano, en Nueva York, que calificó a Bachiller y Morales, quien había fallecido el 10 de enero de ese año, como americano apasionado, cronista ejemplar, filólogo experto, arqueólogo famoso, filósofo asiduo, abogado justo, maestro afable y literato diligente.

Resaltó, además, que él era orgullo de Cuba y  también manifestó al resumir la trascendencia de su vida así como sus sueños: “Él amaba el bienestar, y supo procurárselo con las artes lícitas y concesiones prudentes de la vida; pero donde su fuero de hombre podía sufrir merma, o le querían sofocar la opinión libre, o le lastimaban en algo su corazón cubano, aquel jurista tímido tenía bravura de tribuno, y era como los de Flandes, que antes que abjurar de su pensamiento querían que se les pegase la lengua al paladar.”

Galería de Imágenes

Comentarios