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De Ecología y bufones

7 de septiembre de 2020

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Con sólo el cambio de nombre de la “figura”, están muy vigentes las palabras del llamado padre de la teoría del cambio climático, Wallace S. Broecker, cuando expresó cándidamente su certeza de que Estados Unidos aportaría benignamente a evitar el cambio climático, porque superaría políticas de antaño, “como las del bufón que teníamos como presidente y que se encomendaba únicamente a lo que dictaba su señor”, en referencia al ex mandatario George W. Bush.

Pero hoy hay otro bufón en escena, Donald Trump, quien niega el cambio climático, y se burla de la teoría de Broecker que veía como única alternativa un sistema híbrido, en el que, por un lado, se siga impulsando el desarrollo de las energías alternativas y, al mismo tiempo, se capture el dióxido de carbono (C02) de la atmósfera, más aún teniendo en cuenta que “es necesario reducir las emisiones de C02 en un 90%”.

En esto se apoya en las investigaciones de su colega de la Universidad de Columbia Klaus Lackner, quien ha desarrollado un sistema mediante el cual es posible captura el dióxido de carbono.

De todas maneras, hay que vencer no solo barreras políticas, sino egoístas, de aquellos que lucran con el sudor ajeno, sin tener en cuenta que su actuación suicida puede provocar la destrucción de la Tierra.

Y es que el afán de superganancias a costa de un planeta con recursos finitos y la obligada subsistencia de quienes resultan víctimas de la explotación derivada de ello están llevando a la Tierra al colapso.

Un aumento de sus vaivenes naturales debido a los inevitables movimientos tectónicos, el desajuste y ajuste de las placas terrestres, hacen surgir desde continentes hasta volcanes que ayudan a envenenar la atmósfera, como también los pueden hacer desaparecer. Pero es la mano del hombre, mal o bien intencionada, la que está limitando su propia vida.

María Novo, titular de la Cátedra UNESCO de Desarrollo Sostenible, acierta cuando dice que “no podremos salir de la crisis con el mismo modelo que nos trajo a ella. El mercado global, tal y como existe actualmente, es el gran enemigo de la sostenibilidad. Si algo nos ha conducido a esta situación es la búsqueda de un crecimiento económico ilimitado. La economía es un subsistema del sistema Tierra y no puede crecer indefinidamente en su interior sin comportarse como un cáncer”.

 

 

SÍMBOLOS DE LO IRRACIONAL

 

 

La guerra y el calentamiento global son sus símbolos. La primera se extiende lentamente sin otro enemigo real que el terror y terrorismo que ella misma sustenta. Y el segundo pone de manifiesto elementos de la irracionalidad material de la actual civilización.

En el Círculo Polar Ártico, las temperaturas están aumentando más rápidamente que en otro sitio, y se podría desintegrar totalmente en las próximas cuatro décadas.

No muy lejos de allí habían surgido dos pequeñas islas, producto del derretimiento de los casquetes polares, y otras más en las cercanías de Groenlandia y Canadá.

Al mismo tiempo, la Federación de Micronesia, además de Tuvalu, Fiji y Kiribati, y las turísticas Maldivas y Seychelles están amenazadas por la devastadora subida del mar, por lo que podrían seguir el destino de la isla de Loachara, situada en la desembocadura del río Ganges, la cual había estado habitada por 10 000 personas.

A ello seguiría la desaparición de algunos islotes del archipiélago indonesio, cuyos dirigentes instaron a los países industrializados a financiar la lucha contra los efectos del cambio climático en los mares de las naciones en vías de desarrollo, porque “tienen los recursos y son los responsables de la situación medioambiental del mundo”. De acuerdo con datos de la Unión Europea, el 75% de los gases que provocan el efecto invernadero acumulados en la atmósfera ha sido emitido por países industrializados.

En este contexto, las naciones en vías de desarrollo, encabezados por las naciones africanas, intentaron incluir en la Declaración de la Conferencia Mundial de los Océanos, en Manado, Indonesia, la necesidad de tener acceso a financiación y tecnología de las economías avanzadas, pero el otro bando, liderado por Estados Unidos, se opuso.

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