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El cake, omnipresente en los festejos cubanos

6 de agosto de 2020

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Durante la colonia en nuestro país, y aun en la primera parte del siglo XX,  predominaron totalmente las costumbres introducidas por los conquistadores junto a las del resto de las etnias que poblaron el territorio nacional. Incidencias históricas puntuales ocurridas en el escenario nacional propiciaron que ciertos usos se fueran acomodando a influencias externas. Para el caso que nos ocupa, el marcaje de la cultura norteamericana desde finales del siglo XIX y acentuadamente con la intervención militar en los inicios del siglo XX, se superpone en varios aspectos de la vida cotidiana y aparece omnipresente la llamada torta –cake– que es por cierto una de las más reseñadas y recurrentes influencias de esa colectividad cuando de este tema se trata. Y ello obedece a que el caso del cake (quei, en cubano), es de tal magnitud, tan reiterado y de calado tan profundo, que no puede pasar inadvertido.

Pero siendo fiel a la historia criolla del susodicho, no es que en Cuba no se conociera la torta. Las referencias de épocas pasadas indican que el procedimiento habitual para su elaboración difería de la torta conocida como cake. El primer libro de cocina propio Manual del cocinero cubano de 1856, escrito por Eugenio Coloma Garcés, con la intención de elevar la capacitación de los cocineros que asumían las cocinas domésticas de los hogares privilegiados, integra varias recetas de tortas, generalmente preparaciones saladas a base de palomas, pichones, conejos, criadillas, macarrones y arroz. Como está plasmado en la obra mencionada, para estas preparaciones se privilegiaba el almidón de tubérculos (papa, ñame) sobre la harina de trigo en flor (muy tamizada). Esta última, comúnmente era propuesta para la elaboración de la masa en la extensa relación que incluye el capítulo dedicado a la pastelería.

En el siglo XIX La Habana contaba con una veintena de acreditadas dulcerías, fieles a la repostería española y a los dulces criollos llevados a la exquisitez. Allí se ofertaban rosquillas, pastas, pasteles de hojaldre, mazapanes, alfajores, turrones; los llamados “dulces de convento” como roscones, navideños, polvorones… Como ejemplo de excelencia, en 1899 la revista El Fígaro, reseñaba: “El café Europa, es una especialidad para la Repostería. En este género y en este ramo es difícil echarle la fuente encima. Bombones exquisitos, toda variedad de dulces, desde el croquante que alza orgulloso su torre de mazapán, sus blasones de caramelo, sus lagos de crema y sus lastines de cabello de ángel, que pudieran servirse en el banquete de los dioses de la fortuna, hasta las fuentes de natillas que cubiertas de polvo de canela semejan troqueles de oro nielados de bronce, la variedad y la suculencia es enorme”

A pesar del boato descrito, aún el cake, con la connotación inusitada que le acompañó poco después, no se había mostrado en nuestros lares. Pero desde la insospechada introducción en el contexto cubano del siglo XX, su presencia fue tan relevante en nuestras actividades sociales que estableció una nueva y nada efímera costumbre gastronómica propia.

En los cumpleaños, sobre todo, es un acontecimiento digno de narrar. Al momento de apagar las velas incorporadas al cake, se canta a coro la tonada conocida como happy birthday to you, obra de las hermanas maestras estadounidenses Patty y Mildred Hill, quienes la  compusieron en 1893 con la idea de que sus alumnos se diesen los buenos días. Con el tiempo se cambió la letra original e instituyó como cantinela de cumpleaños. Como era de esperar, en épocas relativamente cercanas ha surgido una versión en español, cubanizada,  con marcado parecido a la versión inglesa y que exitosamente rivaliza con la original: Felicidades (nombre del cumpleañero) en tu día, que lo pases con sana alegría, muchos años de paz y armonía felicidad, felicidad, felicidad. Acto seguido, algarabía generalizada y alguien entusiasmado, exclamará: ¡a picar el quei!

Como señal inequívoca de trascendencia, aun la libreta –artilugio  cubano equivalente al documento de racionamiento- en su momento lo incorporó para bodas, cumpleaños de niños o de quince en las jóvenes, o día de las madres… equiparándolo al arroz o al azúcar, que han soportado límites extremos en nuestra “pelea cubana contra los demonios” (léase bloqueo).

Y no faltaron testigos entusiastas para corroborar su primacía. La emisora habanera COCO, informaba el 8 de mayo de 2013: “Para las madres cubanas en su día, uno de los regalos que más aprecian el segundo domingo de mayo, lo es sin dudas el tradicional cake… por ello seis panaderías dulcerías… elaboran  ocho mil cakes de vainilla y chocolate…” En décadas más recientes, algunas  conmemoraciones o celebraciones “que llevaban cake” mermaron su relevancia social o perdieron su lugar de facilitación formal pública. Pero no han sido todas, y omnipresente para algunas, velando con fingido disimulo desde un mirador bien situado, el cake nos observa y despliega sus mañas para evitar desaparecer de nuestro entorno.

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