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Justificar lo injustificable

18 de abril de 2013

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Si en algo se había caracterizado la posición independiente de Canadá respecto a Estados Unidos era en relación a la crisis climática, la más grave crisis que afronta el planeta. Pero en tiempos recientes ha dado un giro de 360 grados, al abandonar primero el Protocolo de Kyoto y hace unos días, la Convención de las Naciones Unidas que lucha contra la desertización.
La salida del acuerdo de Kyoto se debió a la presión de las transnacionales que impiden cumplir los objetivos de reducción de emisión de gases con efecto invernadero, a fin de desarrollar al máximo los yacimientos petrolíferos de las arenas bituminosas canadienses de Alberta, una de las reservas de crudo más abundantes del mundo.
Tales negativas decisiones son particularmente graves, cuando se sabe que 12 millones de hectáreas de tierra -donde se pudieron haber cultivado 20 millones de toneladas de granos- se pierden cada año a causa de la desertización.
La degradación de la tierra es la peor crisis silenciosa mundial, pues socava la producción de alimentos, incrementa la escasez de agua, empobrece a cientos de millones de personas y afecta a 2 000 millones en total.
El primer ministro canadiense, Stephen Harper, justificó en el Parlamento la decisión de abandonar la Convención para Combatir la Desertización, porque “no es una forma eficaz de gastar el dinero de los contribuyentes”.
“Sólo el 18 % del dinero que enviamos es gastado en los programas. El resto va a medidas burocráticas”, añadió Harper, ante las críticas de los partidos de la oposición, luego que Canadá comunicó a la ONU su decisión de abandonar la convención, que Ottawa ratificó en 1995 y de la que forman parte los 194 estados miembros de la ONU, y cancelar su contribución de 350.000 dólares al año.
Pero el abandono, que se materializará en 2014, no se conoció hasta hace unos días, con el fin de contrarrestar las manifestaciones de rechazo a la decisión oficial, que hace nula cualquier medida para enfrentar las sequías que afectan a grandes áreas del globo con el cambio climático.
Durante años, el Partido Conservador de Stephen Harper se negó a vincular el calentamiento global con las actividades humanas. El propio  Premier calificó el Protocolo de Kyoto como una  “conspiración socialista” para transferir la riqueza de los países desarrollados a otras naciones.
Desde que llegó al poder en el 2006, el gobierno de Harper se ha enfrentado en varias ocasiones a la ONU y ha criticado a sus organismos, especialmente cuando estos han elaborado informes críticos hacia su país, como el tratamiento de las minorías indígenas o la seguridad alimentaria.
En lo que respecta al tratado sobre la desertificación, hay que recordar que el agua disponible en África y Oriente Medio se reducirá a la mitad en 2050 ante la gravedad de futuras situaciones de sequía, que incluso afectará a Canadá, de ahí la gravedad del retiro de la convención por el gobierno canadiense.
La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD, según la sigla en inglés) fue adoptada el 17 de junio de 1994 en París y abierta para su firma el 14 de octubre de 1994. Entró en vigor el 26 de diciembre de 1996. La Conferencia de las Partes (COP, según las siglas en inglés) es el órgano rector supremo de la Convención.
En 1977, la UNCCD adoptó el Plan de Acción para Combatir la Desertificación, pero, a pesar de éste y otros esfuerzos, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente  admitió en 1991 que el problema de la degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y secas-subhúmedas había empeorado.
La cuestión acerca de cómo hacer frente al problema de la desertificación fue de nuevo una preocupación primordial en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en 1992 en Río de Janeiro, la cual apoyó un nuevo enfoque integrado del problema, enfatizando en la idea de promover un desarrollo sostenible en el ámbito comunitario.
La actual Convención fue adoptada el 17 de junio de 1994 en París y abierta para su firma el 14-15 de Octubre de 1994. Entró en vigor el 26 de diciembre de 1996, 90 días después de la recepción de la quincuagésimo ratificación. En la actualidad, la Convención tiene 193 partes, tras la reciente retirada de Canadá, el 28 de marzo último.
Esta decisión agrava la preocupación de la sociedad civil luego de que el gobierno decidiera también la semana pasada dar de lado a  la agencia oficial de ayuda al desarrollo, CIDA, bajo la égida del Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio Internacional, cuestión también muy criticada, al señalarse que Ottawa vincula así la ayuda al comercio exterior.
La desertificación y la degradación de la tierra constituyen un enorme problema que se agrava con el cambio climático, dijo Robert Fox, de Oxfam Canadá, quien dijo a Internacional Press Service que se sentía “anonadado, porque Canadá haga esto”.

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