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Chile y la desigualdad

5 de mayo de 2020

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No hay que ser un experto en cuestiones políticas, económicas y sociales para comprender como en Chile no hay un presidente ni gobierno que adoptara medidas preventivas para enfrentar la crecente epidemia de coronavirus Covid-19, que ya ha causado miles de víctimas, muchas de ellas fatales.
Y aunque considero que aún peor se han comportado los regímenes que hoy desgobiernan a Brasil y Ecuador, sin dejar atrás al de Colombia, el más “augusto” (doble, por Pinochet) de Sebastián Piñera dejó a la luz el pésimo seguro social que brinda el modelo neoliberal imperante en su país.
No concibo que haya medios de prensa que tratan de convencer de que las simpatías por Piñera hayan aumentado, cuando se mantuvo impertérrito ante la represión por carabineros y el ejército de decenas de miles de manifestantes que enfrentaron muertes, violaciones y heridas con consecuencias extremadamente graves, como la pérdida de visión, para exteriorizar su descontento ante la política imperante en el país suramericano.
Y es que en Chile faltó un presidente y un gobierno más involucrado que adoptara medidas de carácter preventivo, cuando ya sabía que el virus podía llegar a América Latina, además de que la crisis sanitaria demostró la existencia de una estructura social, política y económica profundamente desigual.
Porque es imposible la igualdad en una nación donde impera el sistema mercantil de salud, otra de las herencias de la dictadura militar encabezada por Pinochet (1973-1990) cuyas doctrinas todavía tienen una fuerte injerencia en los mecanismos institucionales.
Al respecto, la diputada comunista Camila Vallejo aseveró que “a ratos, la democracia en Chile es un simulacro. En el Parlamento a veces se discuten cosas que realmente nosotros no las vamos a poder garantizar, porque dependemos del Poder Ejecutivo. La Constitución está pensada y redactada para limitar al Congreso en muchas cuestiones. En este sentido, Jaime Guzmán (el cerebro detrás de la Constitución de Pinochet) está vivo”.
Por eso la necesidad de reformar la Carta Magna. Luego de las masivas manifestaciones que comenzaron en Chile, en octubre pasado, y que siguieron hasta la crisis del coronavirus, Piñera decidió convocar para el próximo 25 de octubre una consulta popular. Allí, en una elección que no será obligatoria, la ciudadanía podrá decir si quiere o no reformar la Constitución, y el mecanismo que se utilizará para redactar la misma. Su resultado, pienso, no será de fiar por las medidas de fuerza a ojos vistas u ocultas que la entidad oficial pueda emplear. Veremos.

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