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Los discursos mambises de José Martí

23 de abril de 2020

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S/T, Ernesto García Peña, 1990, Óleo sobre tela 95 x 85 cm

S/T, Ernesto García Peña, 1990, Óleo sobre tela, 95 x 85 cm

 

El arte de la oratoria tuvo en el Maestro a uno de sus más notables cultivadores, quien alcanzó sólido reconocimiento de sus audiencias en los distintos países y diferentes públicos a los que se dirigió. Más de un estudioso de la obra martiana ha apuntado su capacidad para trasmitir emociones y sentimientos mediante el empleo de atrevidas imágenes y el llamado ético a sus oyentes.

Durante las cinco semanas de 1895 en que se movió por los campos del oriente de Cuba sabemos que Martí usó de la palabra ante un público de mambises en cuatro ocasiones.

La primera fue el domingo 14 de abril al acampar en el rancho de Tavera, una construcción de yagua y guano al pie de una loma, en la actual provincia de Guantánamo. Allí, Félix Ruenes, el jefe de los patriotas que operaban por esa zona, presentó ante su tropa a Martí y al General en Jefe, Máximo Gómez, quienes hablaron a esos mambises. Martí lo refirió así, escuetamente, en su Diario de campaña: “Habla erguido el General. Hablo.” No hay mención a idea o palabra alguna de su discurso. Sí cuenta algo de lo que siguió mediante una curiosa enumeración: “Desfile, alegría, cocina, grupos.” Alegría, pues, puede interpretarse como una reacción ante lo escuchado a ambos líderes.

El segundo discurso lo pronunció catorce días después, en el campamento de la estancia de Filipinas, entonces en la jurisdicción guantanamera y hoy en el municipio La Maya, en la provincia de Santiago de Cuba. El público lo integraban las fuerzas orientales comandadas por José Maceo. Escribe Martí en el mencionado Diario: “Amanezco al trabajo. A las 9 forman y Gómez, sincero y conciso, arenga. Yo hablo al sol. Y al trabajo.” De las cuatro frases solo una recoge la información acerca de aquel discurso: nada de las ideas expresadas; lo único que nos aclara es que el sol caía sobre él.

La siguiente oración tuvo lugar en el campamento de Antonio Maceo el lunes 6 de mayo, el día después de la reunión en casa de la finca La Mejorana de los tres grandes de la Revolución cubana: Martí, Gómez y Maceo. Este, obsequioso, borró el desagrado del día precedente en que no llegaron a acuerdo, y organiza una revista militar para rendirle honores a los otros dos. Gómez no refiere el acto en su diario y en el de Martí las notas de ese día fueron arrancadas.

Por suerte, Mariano Corona, un joven santiaguero allí presente, describe así lo sucedido: “Martí habló el lenguaje del patriotismo, y sus frases iban cayendo como bálsamo alentador en el corazón de cuantos le escuchaban. Nadie le interrumpió; se le oía como oyeron los hebreos las máximas de Cristo… Cuando concluyó, brotó el volcán: ¡Vivas! a Cuba, a Gómez, a Maceo, a Martí, repercutieron por largo rato en aquellas montañas…”

El último ejercicio oratorio martiano fue el domingo 19 de mayo en el campamento de Dos Ríos. Máximo Gómez recogió posteriormente su impresión en su Diario de campaña: “Pasamos un rato de verdadero entusiasmo. Se arengó a la tropa y Martí habló con verdadero ardor y espíritu guerrero…”. Como siempre, la oratoria del Maestro levantó emociones y sentimientos en su audiencia mambisa. Su palabra fue también mambisa.

Con ese mismo ardor y espíritu guerrero fue Martí poco después al combate fatal, para cumplir su deber y su compromiso.

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