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José Martí: valoraciones sobre Juan Fraga

20 de abril de 2020

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Martí, 1892, con un grupo de emigrado revolucionarios cubanos, a la entrada de la fábrica de tabacos de Vicente Martínez Ibor, en Ibor City, Tampa, Florida. Fotografía tomada por José María Aguirre durante una recepción a Martí en uno de sus viajes dedicados a la propaganda revolucionaria y al acopio de fondos para la nueva guerra. La mayor parte de los que aparecen en la foto, no identificados, eran tabaqueros cubanos que cooperaron devotamente con su esfuerzo y su aporte a la causa liberadora. Junto a Martí el General Serafín Sánchez, José Dolores Poyo, Esteban Candau y Eligio Carbonell.

Martí, 1892, con un grupo de emigrado revolucionarios cubanos, a la entrada de la fábrica de tabacos de Vicente Martínez Ibor, en Ibor City, Tampa, Florida. Fotografía tomada por José María Aguirre durante una recepción a Martí en uno de sus viajes dedicados a la propaganda revolucionaria y al acopio de fondos para la nueva guerra. La mayor parte de los que aparecen en la foto, no identificados, eran tabaqueros cubanos que cooperaron devotamente con su esfuerzo y su aporte a la causa liberadora. Junto a Martí el General Serafín Sánchez, José Dolores Poyo, Esteban Candau y Eligio Carbonell.

 

José Martí sintió una gran admiración y respeto por hombres y mujeres sencillos que también contribuyeron con él en las labores que realizaba para lograr la reanudación de la guerra por la independencia.

Acerca de varias de esas personas le escribió cartas o sencillamente hizo referencia en discursos y en trabajos periodísticos.

Un ejemplo de ello es lo que Martí señaló sobre un humilde tabaquero cubano radicado en el territorio norteamericano, Juan Fraga, quién se vinculó con los combatientes cubanos desde la etapa de la guerra de los diez años.

Precisamente en carta fechada el 14 de abril de 1877 Juan Fraga le comunica al general Julio Sanguily los resultados de la gestión realizada en la recolección de fondos entre los artesanos que laboraban en la manufactura de Rivera No. 71, Maiden Lane, en la cual él encabezaba la lista de donantes.

Varios lustros después en un trabajo publicado en el periódico Patria, en la edición correspondiente al 26 de marzo de 1892, Martí hizo referencia a Juan Fraga.

Señaló en la parte inicial del citado material: “En esta hornada de corazones, todos leales, que da empuje de misión a lo que viene con menos fuerza cuando es mera idea política; en esta campaña que ha ganado la constancia insigne, hasta volver a los días heroicos de nuestro patriotismo, toca por su tesón e independencia, y por la rara capacidad de rendir la preocupación misma al juicio, asiento de honor al que ha puesto en manos de la patria su primer libreta de banco, al que ha quitado a todos, con la prueba de su ejemplo, el derecho de decir que no hay modo de llevar de afuera ayuda al país.”

Y añadió Martí al referirse a la significación del gesto del patriota tabacalero cubano Juan Fraga: “Cien hicieran lo que él: ¡y fuéramos libres! Cien lo harán. Y el día de triunfo, cuando haya cuajado y vencido el poder de corazón con tanta pena compuesto hilo a hilo en la sombra, cuando la organización ambiente y crecedera nos haya puesto en una libertad tan hecha a ella desde la raíz que no se nos pueda desordenar, cuando el espíritu victorioso llegue a caballo a las puertas del palacio podrido, y mande sellar las puertas del palacio, las manos se alzarán por sobre las cabezas para proclamar al que, con los ojos escudriñadores, vio que era preciso tenerle el caballo preparado al espíritu que ¡por fin! venía a vencer, al que en la fatiga de la vida halló tiempo para llamar a todos los corazones, y maña y honradez para que todos se le abrieran; al que inició y custodia el tesoro de la patria: a Juan Fraga.”

Seguidamente al establecer una marcada diferencia entre la actitud de los vacilantes e insensibles con respecto a la causa de la lucha por la independencia de Cuba y la de ese sencillo tabaquero, Martí igualmente aseveró: “De otros la codicia de acapararse de la bondad o la debilidad de un hombre, con la lisonja sólo grata a los pequeños, y valerse de la virtud, trastornada por la adulación, para ponerle estorbos a la patria.”

Y agregó: “Estos tiempos de ahora son como la competencia en el honor, y no se está a quien brilla sino a quien sirve.”

También precisó: “Hay afán de ser útil, y el sacrificio vuelve a ser la moda. A brazadas se pueden tomar ahora los hombres buenos. Pero hay que poner donde se les vea a quién, en el día del recuento, puede decir: “Yo uní, cubano a cubano, las almas dispersas: yo pensé de día, y velé de noche: yo cumplí con el deber que vi ambulante, mientras cumplían los otros con el suyo: yo demostré lo que pueden hacer siete hombres en tres años: yo cuando la patria me dijo “¡necesito! Pude decirle: “¡toma!”.

Martí además detalló en su breve pero emotivo trabajo sobre el tabaquero cubano Juan Fraga que el periódico Patria no pudo recoger, porque fue aquello una relampagueante función de armas, cuanto se dijo en la noche unánime de la ratificación de las Bases y Estatutos con que se mueven, para el bien de su patria, los revolucionarios emigrados.

Martí se refería al instante en que los integrantes del club Los Independientes del cual formaba parte Juan Fraga habían aprobado las bases y estatutos secretos del Partido Revolucionario Cubano, proceso que se había iniciado en Cayo Hueso el 5 de enero de 1892 y que después también tuvo lugar en otros lugares del territorio norteamericano.

Martí incluyó las palabras pronunciadas en la actividad por el tabaquero cubano radicado en Nueva York, Juan Fraga, en cuya parte final les señalo a sus compañeros del Club patriótico: “Continuemos nuestra obra de unificación y llevemos escrito en nuestras frentes: fe, perseverancia y honradez.”

El Club “Los Independientes”  fue conocido también con el sobrenombre de Club Decano; la razón es muy específica y es que fue la primera agrupación que se fundó dentro de los emigrados cubanos con el fin de recaudar fondos para lograr la reanudación de la guerra por la independencia.

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