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¿Papa o patata?

26 de marzo de 2020

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La papa o patata como también es conocida, es indudablemente otro de los preciados tesoros encontrados por los conquistadores en el Nuevo Mundo. Es un tubérculo producido por determinadas plantas comunes de la familia de las Solanáceas cuyo nombre científico es Solanum tuberosum.

Es aceptado que su origen se circunscribe a la región andina del Perú. Su nombre original –papa– proviene de una palabra quechua y de esta manera es conocida en todos los países del continente americano. En España se conoce con el nombre de patata debido a una confusión que surgió cuando los colonizadores la encontraron en el Perú.

Es curioso que el diccionario de la academia española defina la palabra patata como la principal al decir: “Planta herbácea anual, de la familia de las Solanáceas, originaria de América y cultivada hoy en casi todo el mundo, con tallos ramosos de cuatro a seis decímetros de altura, hojas desigual y profundamente partidas, flores blancas o moradas en corimbos terminales, fruto en baya carnosa, amarillenta, con muchas semillas blanquecinas, y raíces fibrosas que en sus extremos llevan gruesos tubérculos redondeados, carnosos, muy feculentos, pardos por fuera, amarillentos o rojizos por dentro y que son uno de los alimentos más útiles para el hombre”. Sin embargo, no deja pasar la verdad histórica al poner entre paréntesis (cruce de papa y batata).

Este mismo diccionario define sin protagonismo, escuetamente, la palabra papa como patata, aunque también admite entre paréntesis: (del quechua papa).

La complicación se debió a que fue tomada por la denominada batata, voz con la cual identificaban los indios caribeños al boniato o camote conocido desde los primeros años de la colonización antillana. Entre las caprichosas excusas para obviar el término papa, se afirma que se optó usar patata para no ofender a los Papas de la Iglesia Católica. Este enredo prevalece hasta los días de hoy e incluso hay quienes aseguran sin fundamento que la palabra original para identificarla debía ser patata.

Fue introducida en Europa hacia la temprana fecha de mediados del siglo XVI por los exploradores españoles y se extendió por todo el continente para posesionarse de sus cocinas. Su inclusión masiva en el menú europeo conllevó seculares disputas: que producía lepra, que arrastraba al desenfreno sexual, que era venenosa… se adujo incluso que como la papa no aparecía reflejada en los textos de la Biblia, no podía ser “un alimento de Dios”. A juzgar por esta apreciación simplista, ni el maíz, ni el tomate, ni el cacao, ni muchos otros importantes productos de la flora americana que solo aparecieron a los ojos de los hombres occidentales después del descubrimiento de América, estarían hoy vedados para su consumo.

Un acontecimiento de trágicas consecuencias sociales nos ilustra sobre la importancia que adquirió la papa en el continente europeo. Las hambrunas se habían sucedido en sus predios durante siglos, pero la cosecha masiva de la papa vino a paliar o remediar aquella situación. Sin embargo, la dependencia absoluta de este tubérculo como fuente casi única de la alimentación popular, provocó que en 1845 la aparición de un hongo en las plantaciones de Irlanda se extendiera por todo el país y rápidamente millones de habitantes se vieron sumidos en una profunda hambruna que ocasionó una cifra estimada de víctimas mortales en más de dos millones de personas y originó, a su vez, un enorme desplazamiento de irlandeses que emigraron definitivamente hacia otros países.

Teniendo en cuenta los rendimientos que pueden obtenerse de este tubérculo por área cultivada y atendiendo sus magníficas y peculiares características alimentarias, no son pocas las naciones que sin falta lo incluyen dentro de sus cultivos priorizados con el fin de tener permanentemente a la nao mano una cuantiosa reserva de alimento comparativamente barato y muy nutritivo.

Es interesante el hecho que varios de los importadores principales coinciden con los exportadores. Es decir, son grandes exportadores y grandes importadores. Ello no es una novedad si se tiene en cuenta la estacionalidad de la oferta y sucede en lo esencial en los países fríos; la cosecha de la época de verano u otoño se exporta y se importa la demanda del invierno cuando la tierra permanece ociosa. Influye también en este fenómeno, el hecho que mucha de la papa que se oferta en el mercado internacional es utilizada como semilla de la próxima cosecha.

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