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Chile despertó

20 de noviembre de 2019

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Que Chile despertó (y de qué manera) no lo duda nadie, ni siquiera el régimen neoliberal de Piñera que hoy corre presuroso a buscar fórmulas de apaciguamiento ante la explosión popular, tratando de desactivarla mediante el ofrecimiento de redactar una nueva Constitución, aprobada posteriormente en plebiscito.

Ha sido realmente el principal logro obtenido hasta ahora por parte del poderoso e incontrolable movimiento social desatado en las calles del país, donde convergieron de manera inicialmente espontánea los estudiantes secundarios –que fueron sus iniciadores– las mujeres, los pensionados, los profesionales del magisterio y la salud, los olvidados y discriminados mapuches y una mezcla variopinta de trabajadores y desempleados.

Santiago de Chile –viejo bastión de combatividad proletaria– resultó el centro de las demostraciones, que se extendieron a otras ciudades como Valparaíso y Concepción. En ellas el denominado Cuerpo de Carabineros hizo gala de su saña y crueldad, reprimiendo y atropellando, haciendo uso de los medios de que ha sido dotado para precisamente ejercer esas funciones contra el pueblo desarmado, cuando este se muestra inconforme y desafiante.

Los niveles de quebrantamiento de los derechos humanos y aún de la propia Constitución pinochetista vigente se han sucedido escandalosamente desde el comienzo de las protestas, con una gravedad y magnitud recordando a todos los días negros de la dictadura, que parecían remontados.

La actual alta comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos, la ex presidenta chilena Michele Bachelet, tomó prudente distancia de los acontecimientos. Tal vez recuerde que los estudiantes y jubilados fueron también reprimidos bajo su mandato cuando reclamaban enseñanza gratuita universal y contra los fondos de pensiones privados.

Lo cierto es que tras varias décadas de post-pinochetismo neoliberal que convirtieron a la sociedad chilena en una de las más injustas y desiguales de América Latina y del mundo, el llamado “incidente del Metro” fue capaz de hacerla despertar como nunca antes en medio de una conmoción que envolvió incluso a los partidos políticos tradicionales –de gobierno y oposición– luciendo desconcertados e impotentes ante la marea popular insurgente.

Recién se ha anunciado un ”acuerdo político” entre los sectores representados en el Parlamento a fin de redactar un proyecto de nueva Constitución, que no deberá ser simple reforma de la actual, mediante un proceso que incluirá debates y consultas populares.

Tal acuerdo abrirá seguramente un paréntesis de expectación en que se pondrá a prueba la sinceridad y la voluntad del régimen de Piñera en cuanto a la satisfacción de las demandas que hicieron despertar al pueblo y lo lanzaron a las calles, a enfrentar la represión brutal y sin precedentes en el período neoliberal.

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