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Jacques Cousteau

16 de octubre de 2019

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Con su nave Calypso, el célebre oceanógrafo francés Jacques Cousteau llegó a La Habana procedente de Haití el primero de noviembre de 1985. Tenía entonces 75 años, pero su configuración sin gota de grasa, tostada pro el sol y curtida por el salitre, le confería una energía resistencia notables para un hombre de su edad.

Una de las razones que lo tenían en Cuba era su proyecto de “redescubrimiento del mundo”, en el que se incluía la búsqueda de barcos hundidos por largo tiempo. Encaminó su objetivo hacia la localización y filmación de las naves Furor, Oquendo y Plutón, integrantes de la armada española echada a pique por los norteamericanos en 1898, durante la Guerra Hispano-Cubano-Americana. El recorrido por la costa sur abarcó también el delfinario del Parque de Baconao hasta llegar el 6 de noviembre a la altura del río Turquino, al pie de la Sierra Maestra, donde el capitán del navío Cristóbal Colón hundió el buque ante la imposibilidad de escapar al acoso de la escuadra norteamericana.

El bojeo prosiguió a lo largo del archipiélago hasta la bahía de Cienfuegos, para arribar finalmente al Golfo de Batabanó. Los navegantes y exploradores filmaron el proceso de captura de langostas, bordearon el Cabo de San Antonio y en la mañana del 5 de diciembre de 1985 entraron al puerto de La Habana. De la ciudad capital, continuaron viaje hacia Matanzas, con filmaciones en las cayerías de la Península de Hicacos. Luego regresaron a La Habana y practicaron la localización del navío Sánchez Barcáiztegui, hundido en septiembre de 1895 frente al Morro capitalino, a pocos metros de la costa, luego de una colisión con otra embarcación.

La pequeña expedición de Jacques Cousteau partió en la noche del 18 de diciembre, al cabo de más de seis semanas de fructífero trabajo.

Cousteau nació en 1910 y fue junto al ingeniero Emile Gagnan, quien primero realizó experiencias con la escafandra autónoma, más conocida como “aqua-lung”, equipo que permitió al nadador ganar en profundidad y movimiento durante las inmersiones, y que de inmediato se ganó la aprobación de los submarinistas.

A esta invención le siguió la del perfeccionamiento de la primera cámara de televisión submarina, la creación del platillo de buceo y la instalación de las llamadas “casas bajo el mar”, para trabajos subacuáticos por varias semanas.

También realizó filmes memorables, llenos de belleza en sus imágenes, reveladores de las profundidades marinas. El mundo del silencio, su primer gran filme, fue premiado en el Festival Internacional de Cannes en el decenio del 50. Cousteau murió a los 87 años.

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