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Lo que no pueden bloquear

23 de septiembre de 2019

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Hay tantos elementos que componen la historia revolucionaria luego del triunfo de 1959, que esta vez solo utilizaré algunos titulares de la prensa para referirme a una de las obras más humanas y solidarias de las que caracterizan a los cubanos. Y que conste, son datos de unos pocos países y de años recientes.

Me refiero al programa de alfabetización «Yo si puedo», pensado por Fidel cuando se adentró en el mundo del abandono y la explotación en que viven millones de seres humanos. Su aventajado genio lo hizo alumbrar al planeta con el programa para alfabetizar a quienes no saben ni leer ni escribir, y otro, de salud, para llevarlo a los más intrincados parajes de la geografía del Tercer Mundo.

Comencemos por lo que dice  Izhel Iglesias, integrante de la brigada educativa cubana que brindó su solidaridad al pueblo de El Salvador.

«Desde que llegamos a sumarnos al Programa Nacional de Alfabetización (PNA), con el método “Yo Sí Puedo “en 2017, tuvimos un gran recibimiento. Ahora me voy con la satisfacción de haber ayudado al pueblo salvadoreño, donde varios municipios fueron declarados libres de analfabetismo» dijo la educadora según información publicada entonces en Cubadebate.

Otro hecho reflejado por Venezolana de Televisión: Venezuela alfabetizó a más de un millón 800 000 personas, gracias al convenio educacional con Cuba.

Recordemos que fue el país bolivariano el segundo, luego de nuestra nación, en recibir el título de Territorio Libre de Analfabetismo, y el reconocimiento como tal por parte de la UNESCO.

En Panamá, donde por más de una década y como parte de un programa conjunto entre el Ministerio de Desarrollo Social panameño y el Ministerio de Educación, de Cuba, más de 72 000 personas han salido del analfabetismo y en su mayoría emprenden nuevos cursos educacionales.

El profesor cubano, Víctor Jorge Salfrán, quien trabajó en la asesoría del programa, «se siente sorprendido por la gran cantidad de analfabetos que viven en la capital panameña, la mayoría de origen indígena».

En México, otra nación hermana que ha contado con la asesoría cubana en la puesta en marcha del programa de alfabetización «Yo si puedo», en una de las graduaciones recibieron  el certificado 205 personas del municipio de Ixtapaluca, Estado de México y lo dedicaron al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro.

En Brasil, el gran país donde el gobierno actual de Jair Bolsonaro se empeña en acabar con los planes de colaboración de la salud y otros, así como en suspender los beneficios sociales obtenidos durante los gobiernos de Lula y Dilma, miles de personas agradecen hoy haber aprendido a leer y escribir gracias a la colaboración cubana.

Un ejemplo: en el estado de Maranhao, en el nordeste del país, más de siete mil personas del Movimiento de Trabajadores sin  Tierra, fueron alfabetizadas con el programa cubano. Esa cifra, comprendida entre 2016 y 2017, ya ha sido superada.

Hasta otra nación sudamericana, Argentina, también ha llegado el método de alfabetización «Yo si puedo».

Con extraordinaria alegría los argentinos más pobres, festejaron en el municipio Celman, de la provincia de Córdova, la declaración de Territorio Libre de Analfabetismo beneficiados con la colaboración de nuestros maestros. Dicho programa se extendió por 19 provincias y 174 municipios del país austral y fueron decenas de miles los alfabetizados.

Estos ejemplos constituyen solo botones de muestra de una obra mayor, pues ya suman más de 10 millones los beneficiados en más de 30 países gracias al método cubano «Yo sí puedo».

Se trata de informaciones de distintos momentos en que, durante la última década, Cuba y sus educadores se han hecho presentes en una de las tareas más hermosas y humanas de la solidaridad: enseñar a leer y escribir.

Estos hechos, sin duda, no podrán ser bloqueados por el gobierno de Estados Unidos encaprichado en asfixiarnos económicamente y rendirnos por hambre, lo que nunca lograrán.

Quizás fuera más razonable que el país más rico del mundo acepte la colaboración de la Isla pobre pero digna, y de esa forma se puedan alfabetizar algunos cientos de miles de sus habitantes que hoy no saben ni leer ni escribir.

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