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Juan Chambombián

25 de septiembre de 2019

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Esta foto del Médico Chino fue donada a la Sala Cubana de la Biblioteca Nacional «José Martí» por el investigador Ramón Enríquez Febles.

Esta foto del Médico Chino fue donada a la Sala Cubana de la Biblioteca Nacional «José Martí» por el investigador Ramón Enríquez Febles

 

Un hecho puede haber ocurrido 172 años atrás y todavía ser recordado por su trascendencia, como este, que ha resultado significativo en la composición étnica de nuestra nación: el arribo a Cuba del primer cargamento de 206 “colonos contratados” de procedencia asiática, el 3 de junio de 1847. Lo de “colonos contratados” no era más que un eufemismo, porque  en verdad llegaban en condición de servidumbre, es decir, poco menos que esclavos.

Según consta, Chang Pon Piang arribó a Cuba en 1854, como médico de uno de los numerosos cargamentos de chinos supuestamente “contratados” para trabajar aquí. Alternó en los comienzos el oficio de cigarrero con el ejercicio de la medicina entre la abundante colonia asiática asentada en la capital, entre la cual creció su prestigio, a tal punto que la clientela traspasó el restringido marco de sus compatriotas para dar cabida a pacientes cubanos.

El desprecio, y más aún el recelo con que la metrópoli solía ver y juzgar el desenvolvimiento de estos inmigrantes, se empeñó en desvirtuar las capacidades verdaderas de este hombre que, con el aprendizaje de los rudimentos del idioma español y a los efectos de lograr una más rápida integración a su nuevo medio, adoptó el nombre de Juan Chambombián y hasta solicitó en 1860 una carta de nacionalización para tramitar la ciudadanía española.

Alguien que lo conoció, dejó esta descripción-retrato del médico chino: “Era alto, usaba un chivo acompañado de un bigote caído al estilo de Manchuria. En su trato se advertía un correcto caballero. No tenía gran amor al dinero. Era una persona queridísima entre las familias cubanas”.

La misma notoriedad que alcanzó Chambombián en justo premio a sus curaciones, le ganó la animadversión de algunos médicos peninsulares que vieron menguada su clientela y que promovieron una demanda para que el muy conocido médico chino fuera procesado por ejercicio ilegal de la profesión.

Ý entonces, por causa del acoso policial comenzó para Chambombián una vida errabunda que lo llevó a radicarse en la ciudad de Matanzas, para por último hacerlo, hacia el año de 1872, en Cárdenas, donde estableció su consultorio y donde parece que halló el sosiego buscado.

Durante años el nombre de este médico estuvo prendido de la boca de muchas personas que alababan sus notables curaciones. De tal forma que se hizo proverbial la frase “No lo salva ni el médico chino” cuando alguien se refería a una enfermedad incurable.

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Comentarios



Marba Chambombian / 14 de julio de 2020

Hola, me gustaria recibir mas informacion, fotos,documentos firmados por el,llevo mucho tiempo averiguando sobre mi tataratatarabuelo,como a el, me encanta la herbolaria,por favor si me pudieran ayudar, les agradeceria inmensamente,muchas gracias.