ribbon

Meyer Lansky

19 de abril de 2013

|

Meyer Lansky

El tema de la mafia en Cuba ha tenido un profundo estudioso en el escritor e investigador Enrique Cirules, en quien nos apoyamos para estas notas sobre uno de los capos que en la capital cubana escribieron varios capítulos de su biografía: no otro que Meyer Lansky.
Lansky nació en Polonia en 1902, y junto a Lucky Luciano —de origen italiano— se convirtió en uno de los más importantes representantes del crimen organizado en Norteamérica en el siglo XX dentro de las áreas del juego y el lavado de dinero.
La familia Lansky llegó a Estados Unidos a inicios de la década del 10 y su amistad con Lucky Luciano data de la adolescencia, por lo que el binomio, uno y otro de carácter señaladamente violento,  realizó una larga carrera.
Se conoce que el 22 de diciembre de 1946 tuvo lugar en el Hotel Nacional de La Habana una reunión a la que asistieron los grandes jefes de la mafia en Estados Unidos, y a la que concurrió Lansky como representante de la mafia de origen judío norteamericana. Entonces comenzó a perfilar sus contactos para una posterior relación con personeros de la política cubana.
En la década del 50 invierte en la industria turística cubana y en la construcción del hotel Riviera, una de las instalaciones de su tipo más modernas entonces. Controlaba  también los casinos del cabaret Montmartre y del Hotel Nacional. En realidad, el plan  consistía en convertir a la capital en una ciudad al estilo de Las Vegas, pero latina, sembrada de casinos, hoteles, cabarets  y demás instalaciones que fomentaran el juego, la corrupción, el narcotráfico y la prostitución con la anuencia y participación de las esferas encumbradas del gobierno.
Por varios años y en contubernio con el régimen de Fulgencio Batista —y con el mismo dictador, pues se ha sabido que fueron amigos y socios—, el negocio prospera alegremente y hace pensar en un crecimiento ilimitado de los dividendos, lo cual se frustra a partir del 1959, con el triunfo de la Revolución y el cese de este, la expropiación de bienes mal habidos y expulsión del país de los representantes del crimen organizado. Lansky había partido en los días primeros del mes de enero.
Pese a la vigilancia del Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos, nunca  abandonó Lansky sus negocios, ni entregó sus dominios en la mafia, ni aun en la senectud. Murió a los 80 años, en enero de 1983, en posesión de una fortuna. Aun tratándose de un personaje tan negativo, es muy conocido. Libros, filmes, obras de teatro narran sus “hazañas” y dan vida a una personalidad  con visos legendarios.

Galería de Imágenes

Comentarios