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Gueorgui Gueorguiev

5 de abril de 2013

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Tarja en La Habana en recuerdo de la gira mundial de Gueorgui Gueorguiev

Sugiero tomar un mapamundi y echar un vistazo al inmenso trozo de mar que media entre Europa y el archipiélago cubano. Luego medítese en el valor que se requiere para cruzarlo solo, en una pequeña embarcación, a merced de las corrientes y las tormentas.
Pues bien, esa travesía la han cubierto varios navegantes solitarios y uno de los primeros fue un viajero olvidado de nacionalidad alemana llamado Paul Muller, quien en 1929 se lanzó al océano desde Hamburgo  en su pequeño velero Aga y al cabo de dos meses y 14  días tocó costas cubanas por el noreste, en el pueblo de Gibara, para a continuación proseguir hacia La Habana.
El final de esta historia se desconoce, porque de La Habana siguió rumbo hacia Estados Unidos. De cualquier forma, con haber llegado puede considerarse una proeza. Sin embargo, todo lo anterior no ha sido sino una introducción para rendir tributo al navegante solitario Gueorgui Gueorguiev (4 de junio de 1930 – 13 de mayo de 1980).
Este marino búlgaro seleccionó a La Habana como punto de partida y de meta para un viaje alrededor del mundo. El capitán Gueorguiev zarpó de La Habana el 20 de diciembre de 1976 en el yate Cor Caroly y justamente un año después enfilaba de nuevo, pero de vuelta, por la rada habanera.
Veintitrés mil dieciocho millas náuticas recorrió Gueorguiev en su viaje y muchas aventuras quedaron atrás en su memoria. Algunos de los puntos del itinerario fueron los  siguientes: De La Habana rumbo al Canal de Panamá, después atravesó el Océano Pacífico hasta el cono sur africano, para bordear el Cabo de Buena Esperanza, arribar a Ciudad El Cabo y por último echar el ancla en Cuba, el 20 de diciembre de 1977.
Recién llegado y en magnífica humorada, el navegante declaró:
“El estado del yate y de la tripulación es óptimo”.
Gueorguiev fue recibido por las autoridades cubanas, ocasión en que destacó su mensaje de hermandad entre los pueblos búlgaro y cubano. Su  figura de lobo de mar, barbudo, con gorra y uniforme blanco se hizo familiar por varios días en que la prensa dio los pormenores de su hombrada.
Una tarja en bronce situada en la Avenida del Puerto y calle O’Reilly, de la acera del mar, justo donde tienen su parada varios ómnibus capitalinos, testimonia su proeza. Sencillo homenaje a la hazaña y el recuerdo de Gueorgui Gueorguiev.

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