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Alfredo de Oro, entre tacos y bolas

5 de abril de 2013

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Alfredo de Oro

¿Alguna vez has tenido un taco de billar en tus manos?- preguntó con voz curiosa aquel viejo.

El muchacho de 15 años quedó sorprendido. Miró hacia atrás, como si la interrogante no tuviera nada que ver con él.

– No, todavía no- respondió con timidez.

Algo pareció cambiar en el semblante del anciano, como si recordara momentos pasados.

– Pues bien, aquí tienes uno. Aprende. Yo le enseñé a tu hermano. Ahora es tu turno – dijo el viejo.

 

Con paso lento se alejó de la mesa. En la sala de juego el humo dificultaba la visión. Por una esquina, Joaquín de Oro disfrutaba una cerveza. Alfredo tomó entre sus manos aquel pedazo de madera. Nadie reparaba en él. Todos estaban concentrados en sus pequeños mundos, pues unos flirteaban con las mujeres del local, mientras otros arreglaban sus deudas de juego.

 

La mesa estaba vacía. Alfredo colocó con lentitud las bolas sobre el verde tapiz. Así hacía su hermano cuando jugaba. Formó un triángulo con ellas. Alejó la blanca. Recostó el peso de su cuerpo sobre el borde de la mesa y en esa posición golpeó la bola con el taco. Fue un buen golpe. La blanca impactó en las otras y estas rodaron por todo el tapiz. En ese momento Joaquín, todavía con la cerveza en la mano, se acercó a su hermano.

 

-¿Te gusta el juego, Alfredo?

La respuesta fue un leve movimiento con la cabeza.

-Mira, para mejorar el golpe debes….

 

Esta pudo haber sido una historia real. O tal vez es solo una construcción de mi imaginación; aunque los personajes son muy reales. Alfredo de Oro es recordado como el mejor billarista cubano de todos los tiempos y fue su hermano Joaquín quien lo introdujo al mundo de los tacos, las bolas y los grandes cálculos mentales en fecha cercana a 1877, en la ciudad de Manzanillo, en la actual Granma.

 

Alfredo de Oro, junto a Ramón Fonst y José Raúl Capablanca,  constituyen las tres figuras más importantes del mundo deportivo cubano de las primeras décadas del siglo XX. Todos fueron reconocidos, al menos una vez, como los mejores del mundo en sus disciplinas.

 

Las crónicas de la época cuentan que Alfredo tenía una habilidad especial para mantenerse concentrado en el juego, un pulso fijo y una vista capaz de calcular con exactitud la posible trayectoria de las bolas al ser golpeadas. Esas eran sus claves para el éxito.

 

La historia de Alfredo en los campeonatos mundiales de billar comenzó en 1887, en Nueva York. En su primera incursión finalizó empatado en el primer puesto con los ya famosos Frey y Malone; pero en la definición le falló la puntería y esos errores lo dejaron en la tercera posición.

 

Un año después inició su larga lista de hazañas, ya que obtuvo la primera de sus 31 coronas mundiales, en un duelo muy cerrado que le resultó favorable sobre Malone por solo una mesa, 16 contra 15.

 

En 1889 perdió el título ante Albert G. Powers; aunque el desquite no tardó mucho. Alfredo regresó con mejor puntería y venció a Powers, por 600 bolas contra 527, en 1891. Ya en esta fecha se había popularizado el formato de “piña continua”, donde se cuenta el número de bolas y no el de las mesas ganadas.

 

Durante 18 años Alfredo mantuvo la corona mundial. Entre los hechos más interesantes de su cadena está el triunfo en el torneo que tuvo lugar en la Exposición Mundial, celebrada de forma paralela a los Juegos Olímpicos de 1904, en la ciudad norteamericana de San Luis.

 

Otra curiosidad y que demuestra la sangre fría de Alfredo en momentos difíciles fue el duelo sostenido contra el estadounidense Jerome R. Keogh, en 1905. Al norteño solo le faltaban 9 bolas para obtener el título; mientras al cubano le restaban 63. Con tanta diferencia, los periodistas tenían listo su titular del día siguiente: “Cae el campeón”; pero Alfredo no se amilanó ante la desventaja y poco a poco fue descontando hasta anotar la última bola. Ante los ojos incrédulos de los fanáticos presentes en la sala de juego, la cadena de coronas mundiales consecutivas del cubano siguió en pie.

 

Alfredo se retiró en 1934 y vivió la última parte de su vida en Estados Unidos, donde murió, en 1948, a los 85 años. Póstumamente fue exaltado al Salón de la Fama del Congreso de Billaristas de América,  en 1967.

 

De acuerdo con los periodistas Irene Forbes y Juan Velásquez, en su libro “Elegidos por la gloria”, la revista norteamericana Billiards Digest reconoció a Alfredo de Oro como el cuarto mejor jugador de billar del siglo XX.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Comentarios



comaymuerte@infomed.sld.cu / 22 de marzo de 2014

Quizas ustedes no esten altanto que hace más de 10 años existe n el MUnicipio del Cerro una Academia de Billar Deportivo que lleva el nombre de Alfredo de Oro . Alli se practica el Billar como Deporte y se realizan competencias todoslos fines de semana. Si requieren de mas información me pueden escrtibir a este E. NMail comaymuerte@infomed.sld.cu Carlos M.Viciedo Promotor del Billar Deportivo