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Avances de la Andrología

3 de julio de 2019

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Plásticos, detergentes, herbicidas y fungicidas, entre otros, son sustancias químicas en relación constante con el hombre y cuyos efectos sobre la salud pasan inadvertidos. Sin embargo, la ciencia les atribuye una de las principales causas de la disminución de la fertilidad masculina en las sociedades desarrolladas, donde afecta a una cifra considerable en el mundo.

Desde hace más de una década, el descenso en la calidad espermática del semen fue 45% en 50 años. Bajó tanto en (morfología y movilidad de espermatozoides) como en la cantidad, según el estudio de espermatogramas, que mide el estado de los gametos masculinos.

Los disruptores endocrinos interfieren en el funcionamiento del sistema  y pueden ocasionar serias anormalidades reproductivas. Esta amenaza a la capacidad de procreación del hombre ha sido defendida por el científico Henry Moore, de la Universidad de Sheffield, en Reino Unido.  Su tesis se fundamenta en el daño que dichas sustancias químicas vertidas al medioambiente perturban el sistema endocrino de los animales, incluidos los seres humanos.

En ese conglomerado de desechos hay sustancias persistentes, bioacumulativas y organohalógenas (como plaguicidas y fungicidas), químicas industriales, productos sintéticos y algunos metales pesados.

Por tanto, interfieren en el funcionamiento del sistema hormonal y suplantan a las hormonas naturales, bloqueando su acción o aumentando o disminuyendo sus niveles.

Se plantea que las dosis que se encuentran en el entorno no matan células, pero aún mínimas, sabotean la red de comunicaciones vitales del organismo, causando verdaderos estragos. A largo plazo, sus efectos son de alto calibre, al punto de poner en peligro la supervivencia de numerosas especies.

No obstante, las causas de infertilidad son heterogéneas: parotiditis post-puberal y enfermedades de transmisión sexual, patología urológica como prostatitis o litiasis, ser consecuencia de disfunciones sexuales (eréctiles, eyaculatorias), de trastornos inmunológicos o provocados por lesiones neurológicas, tumorales o idiopáticas.

También puede deberse a causas genéticas e incluso congénitas. Hay estudios que muestran que la fertilidad se gesta en el seno materno, durante el embarazo.

Otros postulan que puede deberse al aumento de estrógenos maternos, hormona femenina que la madre ingiere incluso por la alimentación.

Sin embargo, la más común de las causas de infertilidad es el varicocele, una infección de las glándulas sexuales accesorias, que tratada a tiempo no supone una complicación a la hora de lograr un embarazo.

Múltiples son las causas de la infertilidad masculina, pero la Andrología dispone de un caudal farmacológico y de cirugías correctivas. Agotados los recursos, de no lograrse la fertilidad, queda el camino de la reproducción asistida. Pero confiemos en el desarrollo científico que trazará nuevas pautas en la búsqueda de la reproducción natural.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el semen normal tiene un volumen de 2 a 5 mililitros con más de 20 millones de espermatozoides por ml, vitalidad mayor del 6%, morfología normal superior al 30% y motilidad progresiva lenta que supere el 50%, o progresiva rápida mayor del 25%.

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