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Sin novedad

9 de abril de 2019

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Guatemala tendrá elecciones generales el 16 de junio próximo, en las que el desencantado pueblo tendrá la oportunidad de elegir al sustituto del presidente Jimmy Morales, cargo para el que se presentan 21 aspirantes sin que sus programas, raquíticos en general, hagan ver alguna promesa de mejora a la atribulada nación del quetzal.

Según encuestas, las preferencias las tienen tres mujeres, luego que la cuarta, la ex fiscal Thelma Aldana, fue eliminad por las autoridades electorales, debido a un presunto favoritismo con uno de sus ex asesares, cuestión en la que no hay pruebas fehacientes.

Lo cierto es que la también llamada Dama de Hierro fue un factor importante para denunciar el robo de los fondos públicos, junto a la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad (CICIG), encabezada por Iván Velázquez, por lo cual fueron hasta premiados con el Nobel.

Los protagonistas de la corruptela imperante hicieron que Morales expulsara a esta entidad avalada por Naciones Unidas y maniobrara para que nada de lo que dictaron se hiciera, tras lo cual se produjo ahora la componenda para evitar que Aldana aspirara a la presidencia.

Así, se va a una elección sin una cabeza visible honesta de la que fiarse, lo cual, de verdad, no es nada nuevo en Guatemala.

Y es que las próximas elecciones, con una profusión de pequeños partidos políticos sin par, no auguran ningún cambio real. La vieja guardia de la política conservadora y tramposa está a la orden del día, aunque se cambien caras y aparezcan nuevos personajes. La cultura de impunidad y corrupción persiste. Por lo pronto, prácticamente todos los aspirantes presidenciales avalan el retiro de la CICIG y el fin de las investigaciones por parte del Ministerio Público.

La izquierda está totalmente fragmentada y no parece tener ninguna oportunidad de incidir en la estructura dominante. Los escasos lugares que tiene y que, eventualmente, podrá seguir manteniendo (algunas alcaldías, unas muy escasas diputaciones) no constituyen un poder que pueda torcer el curso de los acontecimientos.

CASO MORALES

La presidencia ha estado marcada por escándalos desde el inicio, por ejemplo, la investigación por el uso del Hotel Adriatika por él y su familia, previo a la toma de posesión. Pero parece que una de las acusaciones le afectó mucho más: la presentada en contra de su hermano y su hijo por el caso Botín Registro de la Propiedad.

A partir de allí, parece haberse posicionado claramente en el lado del “pacto de corruptos” que se ha ido gestando en su presidencia y que convoca a los sectores políticos, económicos, militares y mafiosos que se resintieron por el trabajo de la CICIG y el Ministerio Público que encabezó Aldana.

El FCN-Nación, partido político que lo llevó al poder, es resultado de la convergencia de ex militares de línea dura, como Edgar Ovalle (hoy día en fuga por acusaciones ligadas a crímenes durante el conflicto armado), quienes han sido asesores cercanos del presidente.

Asimismo, como posteriormente se conoció, su campaña recibió financiamiento ilícito de grandes empresarios del país como José Guillermo Castillo, Herbert González, Stefano Olivero, Salvador Paiz, José Miguel Torrebiarte, Fraterno Vila y Felipe Antonio Bosch Gutiérrez.

A partir de esa lucha impulsada por la CICIG, las mafias enquistadas históricamente en el Estado, se sintieron en peligro. El favor guatemalteco de haber secundado a la Casa Blanca en su traslado de la embajada en Israel a Jerusalén, más el lobby realizado en el Senado (haciendo pasar a la CICIG como un emisario del “comunismo” injerencista), han cambiado el curso de los acontecimientos.

Desde la Casa Blanca, última tomadora de decisiones en muchos aspectos políticos de los países latinoamericanos, con la actual administración parece haberse cambiado la estrategia y el Plan para la Prosperidad para el Triángulo Norte de Centroamérica está en el olvido. La lucha contra la corrupción dejó de ser importante.

La suspensión de ayuda norteamericana por el caso de la migración no tiene mucha importancia en todo este contexto.

Sería una sorpresa si el futuro presidente tomara en serio sacar a la nación de la inopia en la que la tiene sumida ese conservadurismo apoyado por el Imperio. Pero la salida de Aldana y demás incongruencias parecen hacer de estas elecciones un hecho sin novedad.

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