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“Fake news”, ética y redes sociales

25 de febrero de 2019

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Resulta una verdad evidente que las llamadas “fake news” (noticias falsas) no nacieron ayer, existen posiblemente desde que apareció la comunicación entre los seres humanos y por los medios y las formas más rudimentarias, hasta llegar al periodismo y los medios de comunicación más desarrollados por la ciencia y la técnica, a medida que tuvieron lugar los avances de la humanidad en esos campos.

En lo referido al periodismo específicamente, es evidente también que el desarrollo capitalista, la concentración de la riqueza y la aparición de los monopolios la transformaron de incipientes negocios familiares en empresas –en muchas ocasiones vinculadas a consorcios poderosos o dependientes de ellos, de la publicidad comercial o de las subvenciones– hasta llegar a convertirse en un sector económico cada vez más alejado de su función social.

El surgimiento de las “fake news” –que ahora Donald Trump parece haber descubierto y que él mismo utiliza con frecuencia– se remonta a ese proceso y, tal cual vemos, no es ajeno al imperialismo como fase superior del capitalismo y a sus acompañantes en distintas etapas, como el colonialismo, el neocolonialismo y el actual neoliberalismo.

La llegada del mundo digital, de la internet y la extensión de las llamadas “redes sociales” –que yo llamaría mejor redes digitales–, ha agravado el tema de los contenidos falsos de la información, no solo por sus posibilidades técnicas, sino porque ellas operan mayoritariamente dentro de un sistema caracterizado por la falta de ética, la envidia y la ambición, que necesariamente se extiende a las referidas redes.

La proliferación de las “fake news” dentro de las redes sociales contradice las posibilidades democráticas y de ampliación cultural que estas redes pudieran contener; pero se ven frustradas muchas veces a consecuencia del marco poco ético y poco decente dentro del cual deben operar.

Es conveniente y certero establecer una diferencia entre el uso de las redes sociales y el ejercicio del periodismo. El ejercicio del buen periodismo, honesto y ético –como lo hacen los diarios POR ESTO!–, no deja de estar sujeto a normas profesionales y morales que guían su política editorial, cualquiera que esta sea, y debe hacerse responsable jurídicamente de sus opiniones y de la veracidad de ellas.

El mundo de las llamadas “redes sociales” se encuentran sumido en la anarquía y el desorden a escala planetaria, lo que favorece su manipulación escandalosa a favor de los poderosos y contribuye a fin de cuentas –sin que muchos de sus participantes puedan impedirlo– a profundizar la desigualdad y la injusticia donde quiera que aparezcan.

Los ejemplos están a la vista.

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