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Corrupto y sumiso

28 de enero de 2019

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Palmerola, la mayor base militar estadounidense en Centroamérica, es escenario desde hace unos días de continuados preparativos bélicos como parte del proceso imperialista para derrocar al gobierno de Venezuela.
En este sentido cuenta con el irrestricto apoyo del presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, cuya sumisión a la política agresiva norteamericana le ha ayudado hastael momento para mantenerse impune ante las acusaciones de corrupción y de fraude electoral que permitió su reelección, sin olvidar su implicación en el asesinato de líderes sociales, como Berta Cáceres.
También se ha rumoreado que para aplacar las manifestaciones de protesta antigubernamentales, el Imperio podría sacrificar a Hernández, eligiendo a un sucesor con mejor carisma, pero, por supuesto, bajo sus órdenes,
Empero es difícil que suceda con una persona que ha seguido paso a paso las órdenes del presidente Donald Trump, como cuando dispuso que la embajada de Honduras en Tel Aviv fuera trasladada a Jerusalén.
No todo es casual ni de momento, porque obedece a una planificada política establecida por Estados Unidos e Israel, que en Centroamérica tiene a su mayor representante en Honduras.
Es algo abyecto, porque se ha utilizado todo tipo de vías para hacer asequible las ideas sionistas a nuestro continente.
Así, la propaganda de presuntos religiosos que alientan la unión de Honduras con Israel trata de demostrar que el saqueado y hambreado país centroamericano que descuella en el narcotráfico y el latifundio, puede ser igual a una nación que, indudablemente, tiene grandes avances, aunque se obvia decir el sufrimiento que ha causado a los árabes, sobre todo al pueblo palestino.
Un “mesías” mercenario tiene las páginas abiertas de los medios reaccionaros para alabar tal alianza, porque “puede ser el principio de una gran transformación nacional en todos los componentes de desarrollo, la justicia, la transparencia, el medio ambiente, la educación, la salud, la seguridad y la paz que permita al país salir de su pasado histórico vergonzoso; algo parecido a la historia de Israel”.
En lo único que es exacto es enla palabra vergonzoso, pero no sólo por el pasado, sino por el presente.
El agorero afirma que para ser igual a Israel, y recibir todo tipo de bendición, los hondureños deben dejar de ser idólatras, corruptos, infieles, mentirosos, degenerados sexuales, impíos, ateos, rebeldes, infieles, etcétera.
Tal personaje, nombrado Ernesto Gálvez, cree que da fortaleza a sus palabras, cuando dice que “después de experimentar 20 años de oscuridad y ceguera marxista, me he propuesto servir de luz en medio de tantas tinieblas”, y entre sus muchas alabanzas de los beneficios que obtendría Honduras si estrecha sus relaciones de toda índole con Tel Aviv, apunta al fin abierta y chapuceramente su principal propósito: “todo esto sin mencionar la llegada al país de inversionistas privados de Israel y Estados Unidos”.

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