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Primera audición en Cuba del Concierto No. 22, para piano y orquesta, de Mozart

29 de marzo de 2013

Los Conciertos para piano y orquesta escritos por Mozart a partir de 1785, y que abarcan los números del 20 al 27, constituyen un magnífico ejemplo de la capacidad de ese compositor para la expresión romántico y sentimental.
Mozart se aleja en ellos del espíritu cortesano y ligero de sus serenatas y divertimentos, para introducirse en una atmósfera más profunda y subjetiva. Y ese énfasis emotivo se hace más evidente en los movimientos centrales, cuyo aire lento permite una mayor libertad en la expresión del discurso melódico.
Y a esa serie de ocho Conciertos pertenece, por supuesto, el número 22 en Mi bemol Mayor, escrito en diciembre de 1785.
Resulta interesante destacar que en este Concierto, al igual que en el número 23 y en la Sinfonía en Mi bemol Mayor, Mozart sustituye los oboes por dos clarinetes, lo cual establecía, en su tiempo, una sonoridad orquestal más dulce y moderna.
El primer movimiento de la obra no se aparta del carácter general de los Allegros mozartianos. En cambio, el segundo movimiento, marcado como Andante, presenta un tema con variaciones, forma poco habitual en los Conciertos para solista en esa época. El Allegro final, por su parte, posee el sentido rítmico y la jovial expresión de una danza popular.
Y la primera interpretación en nuestro país de este Concierto No.22, en Mi bemol Mayor, para piano y orquesta, de Mozart, estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica de La Habana, dirigida por Gonzalo Roig, y la pianista Margot Ross. Eso ocurrió en el Teatro Martí, hace 72 años, UN DIA COMO HOY.