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Clara Castillo: “La televisión me ayudó a reincorporarme a la vida”

24 de octubre de 2018

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Lejos de Santiago de Cuba, su tierra natal, y con pocos proyectos en las manos (tremendamente ilógico), Clara Castillo Alcántara siente la misma pasión al hablar de la televisión que cuando era jovencísima y empezaba a descubrir el mundo que le daría reconocimiento público, continuos dolores de cabeza, compromiso perpetuo con las tradiciones de este país al que también le ha dado su aporte, con el ánimo de que brille más y mejor.

La pasión a la que hacemos referencia no llegó después de haber recibido el Premio Nacional de Televisión 2018, por la obra de toda la vida; ese ávido deseo tiene una raíz de hace casi 50 años, tiene una obra, tiene desarrollados varios conceptos que se enfocan inteligentemente en cómo dirigirse al público, en cómo entretener y educar. No es una pasión de farándula la de Clarita Castillo, es una inclinación humilde, de sabiduría, de una persona ilusionada y sumamente querida.

El máximo galardón que entrega la televisión cubana, llegó también a las manos de Enrique Bonne, otro santiaguero inmenso y necesario. Ambos maestros, con canas de experiencia y muchas cosas que decir y hacer.

Con Clarita Castillo conversamos en un estudio de televisión, un lugar que jamás le será ajeno. Allí descubrimos algunos aspectos de su vida y obra  registrados en el pequeño documental Muy temprano para terminar, del Canal Educativo 2. De aquel diálogo reproducimos algunos fragmentos.

 

La televisión, por primera vez

Comenzar a hacer televisión en Santiago de Cuba, en un lugar donde llegaba por primera vez, fue maravilloso. Toda la ciudad se puso en función de prestar muebles, vestuario… éramos los héroes de Santiago. Pero estábamos muy jóvenes y yo, te lo confieso, me sentía deslumbrada.

 

 

Crear en pleno período especial

Colorimágico surge en pleno período especial. En el canal todo se había detenido después de tener una programación muy amplia, porque la situación económica del país era terrible.

Técnicos, especialistas, artistas… estaban fuera del canal, en ese grupo estaba yo. En aquel tiempo se incorporó un nuevo director con muchos deseos de hacer y quien me mandó a buscar. Fue así como comenzamos con aquel proyecto del que sólo teníamos la idea. Por suerte contaba con el apoyo de una guionista con la cual he trabajado durante muchos años: Esther García. Con ella y otro grupo de compañeros empezamos a crear. No había escenografía, ni títeres…Y con mucho rigor, lo que empezó como un simple proyecto, se convirtió en uno de los programas más vistos de Santiago de Cuba y de todo el país. Hoy muchos niños recuerdan el programa especialmente al monito «Trucutú».

 

 

La obra y la vida

“Ser Premio Nacional de Televisión por la obra de toda la vida, es un gran honor que hace comprometer a cualquier persona. Pienso que muchos de los compañeros que trabajaron conmigo se lo merecen por encima de mí, y eso te lo digo sin falsa modestia. Dármelo al lado de Enrique Bonne que para mí significa alguien muy grande y a quien respeto como artista, es lo máximo.

“La televisión cubana, muy criticada por su misión de formar, es una televisión que educa y que forma a generaciones como es mí caso que trabajé tantos años para los niños.

“En mi vida familiar tuve muchas alegrías: tener a mis hijos sanos y que mi familia me ayudara a criarlos para yo poder trabajar, eso es muy importante. Pero también tuve un momento muy difícil y fue la pérdida de mi esposo, el padre de mis hijos. Fue algo crucial pues ellos no habían terminado sus carreras y me quedé con deseos de terminar, pero me di cuenta que tenía que continuar.

“Mi apoyo, mi bastón para volver a empezar ha sido la televisión y estoy muy segura de lo que te digo. La televisión me ayudó a enfrentar aquella pérdida, a dedicarme a hacer cosas que no sustituían pero amparaban aquel desgaste, aquel golpe tan rudo; la televisión me ayudó a reincorporarme a la vida.

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