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Aliados del Imperio

27 de julio de 2018

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Mucha propaganda hay respecto a las divergencias entre las ramas musulmanas chiíta y sunita, pero es todo un pretexto para afianzar los designios del imperialismo, que logra imponer el axioma incoado por los colonialistas británicos de dividir para vencer,

Así, se explotan las creencias religiosas, de tal manera que se producen hasta terribles ataques suicidas, todo dañino para el mundo árabe, y beneficioso para el sionismo y sus cómplices de la región y el resto del mundo.

Lo más utilizado en estos momentos es la supuesta amenaza de Irán, presionado por el imperialismo norteamericano para que cambie la letra del acuerdo nuclear firmado hace tres años, y que el presidente Donald Trump abandonó sin consultar a sus más cercanos aliados.

Ello ha sido agravado por la agresiva política de Israel y Arabia Saudita contra Teherán, en una unión no oficial, al no tener relaciones diplomáticas, pero que toma caracteres que puede llevar a un conflicto bélico de grandes proporciones.

El tema religioso, subrayo, es solo un pretexto, para dividir aún más al mundo árabe, pero la razón principal es el apoyo iraní a la agredida Siria, los lazos fraternales que unen a Teherán con los palestinos de Gaza, liderados por Hamás; el grupo combatiente libanés Hezbolá, y la solidaridad con el pueblo yemenita, víctima del genocidio emprendido por Riad y aliados de la región.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha revelado que su país está cooperando encubiertamente con algunas naciones árabes. El ministro de Energía de Israel, Yuval Steinitz, también ha confirmado recientemente que mantiene contactos al efecto, principalmente con Arabia Saudita. Los militares sionistas se declaran incluso dispuestos a compartir con Riad información de Inteligencia sobre Teherán, según reveló el jefe de Estado Mayor del Ejército israelí, Gadi Eizenkot, al periódico saudita Alaf.

A pesar de esta serie de revelaciones sin precedentes, Arabia Saudita rechaza firmemente que esté trabajando con Israel. “Las condiciones árabes son claras: dos Estados, con Jerusalén Este como capital del Estado palestino. Los otros asuntos los podrán resolver entre sí israelíes y palestinos”, dijo en Egipto el ministro de Relaciones Exteriores saudita, Adel al Jubeir, quien reafirmó que la posición de las naciones árabes siempre ha sido y es de apoyo a los “hermanos palestinos”. Pero esto son meras palabras, nunca concretadas.

Además, tanto Israel como Arabia Saudita son estrechos aliados de Estados Unidos. No obstante, no está claro aún qué consecuencias tendrá la aproximación israelo-saudita para el conflicto en el Oriente Próximo. El mundo árabe apoya desde hace décadas a los palestinos y la propaganda antiisraelí está omnipresente, lo cual deja profundas huellas en la opinión pública.

Sin embargo, oficiales o no, las relaciones entre Israel y Arabia Saudita están mejorando lo cual podría cambiar el mapa geopolítico de la región y el tradicional enfrentamiento de los sionistas con los países árabes puede pasar a un segundo plano, con lo cual yanto Riad como Tel Aviv tendrían manos más libres para llevar adelante su complot contra Teherán.

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