ribbon

En torno a un genio (I)

10 de julio de 2018

|

 

Beethoven-messy-Dec17 (Small)

 

Todos los genios de la historia, están sujetos a criterios y leyendas que, en el pasado, marcaban su vida para siempre, y hoy voy a referirme a uno de ellos que, sin dudas, fue un músico genial quien –a pesar de su pérdida de la audición– creó partituras cargadas de optimismo, como la “Oda a la alegría”, de su Novena Sinfonía, “Coral”, que sólo pudo escuchar en su interior. Me refiero a Ludwig van Beethoven.

Vino al mundo en Bonn, Alemania, en 1770, cuando Mozart tenía 14 años, Goethe 21 y Napoleón acababa de nacer. Su padre era cantor de la corte, por lo que desde su adolescencia fue músico de palacio, donde era capaz de tocar más de un instrumento. Destrozado emocionalmente por la muerte de su madre, cuando él tenía 17 años, y dejando atrás la vida licenciosa del padre, marchó a Viena, donde recibió algunas enseñanzas de Mozart y, debido a su genialidad, más tarde fue acogido por la sociedad vienesa, como heredero de su maestro, primero como pianista y después como compositor. Establecido en esa ciudad austríaca, a los 21 años, continuó sus estudios de composición con Haydn.

Podemos considerar a Beethoven como el primer compositor independiente  de la historia, debido a que jamás recibió remuneración alguna por su trabajo, pero debía mantener a su familia, por lo que decidió aprovechar la popularidad de que gozaba entre la nobleza, para componer obras inmortales que le facilitaban el sustento.

Beethoven no era un hombre atractivo, pero su genialidad le permitió acercarse a jóvenes de quienes se enamoró; sin embargo, su felicidad empezó a desaparecer cuando, a los 25 años, descubrió su incipiente sordera, aunque al principio se lo atribuyó a un resfriado; los médicos le diagnosticaron un desarreglo intestinal y le recetaron medicamentos y  baños para curar el oído. Sin embargo, poco a poco comprende la terrible verdad, y su carácter deja de ser agradable a todos y se va convirtiendo en un ermitaño. A través de una  carta enviada a un amigo  de Bonn, podemos comprender cuánto sufrió este genio musical: “Tan miserable es mi vida, que tengo que huir de la sociedad como un misántropo, porque no me es dado declarar al mundo mi sordera. /…/ Plutarco me ha enseñado la resignación. Trataré de hacer frente a mi destino, aún cuando no concibo haya criatura más desgraciada que yo.”

A pesar de no haber escrito ninguna ópera, el primer teatro de Viena le confirió el cargo de compositor del género, en cuyo edificio Beethoven vivió, y todos los músicos deseaban pertenecer a su orquesta. Su nombre recorre Europa donde es aclamado como compositor, y muy pronto se realiza la edición inglesa de seis obras suyas por las que recibió la entonces enorme cantidad de 200 libras. También la realeza le abre las puertas de su palacio, aunque nuestro genio no era un hombre de etiquetas. Admiró a Napoleón Bonaparte, porque había surgido del pueblo, y a él dedicó “Sinfonía Grande”, pero al descubrir que se auto-coronó Emperador, cambió el título por “Sinfonía Heroica”, con la dedicatoria: “A la memoria de un gran hombre”, y le añadió una marcha fúnebre. Fue después de esa partitura, cuando escribió su única ópera, de carácter heroico: “Fidelio”, cuyo estreno no fue exitoso.

En este espacio es imposible expresar todo cuanto quisiera sobre la genialidad de Beethoven y sobre hechos importantes relacionados con su vida y obra, por lo que prometo hacerlo en mi próximo comentario.

Galería de Imágenes

Comentarios