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La adaptabilidad

6 de julio de 2018

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Los términos populares muchas veces suelen ser muy acertados y los proverbios son un ejemplo de esto, porque contienen una gran sabiduría popular. Incluso antes de escribir sobre Inteligencia Emocional, en este mismo espacio, yo analizaba la certeza y aciertos del refranero popular español. Sin embargo, no siempre lo que se considera popularmente es científicamente acertado.

Así, la adaptabilidad puede identificarse como una cualidad que tiene dos caras, porque puede ser bueno ser adaptable, entendido como una virtud en la que la persona acepta a las personas como son, es flexible ante los defectos, los problemas y busca formas para mantener el equilibrio personal y grupal. Pero por otro lado, tiene la cara gris de la tolerancia ante lo que no le gusta, pero acepta para complacer a otros, que se repliega para evitar conflictos, lo que conlleva a creer que no tiene criterios propios y tiene que aceptar incluso actuaciones y posturas que rebasan y agreden normas, reglas e incluso leyes.

Nada más lejos de la verdad en cuanto a la adaptabilidad como una competencia emocional, que en la teoría de la Inteligencia Emocional de Goleman pertenece a la dimensión Autogestión Emocional que no es más que conservar la motivación por el cumplimiento de los objetivos y mantener las emociones destructivas alejadas del desempeño de su rol. Así mismo, este autor clasifica la adaptabilidad como la flexibilidad ante los cambios y adaptar tácticas y respuestas a las nuevas situaciones.

Como pueden ver, es sin dudas una cualidad muy positiva porque es muy creativa, teniendo claro que es lo que se desea alcanzar –ya sea ayudar a resolver un conflicto familiar, hacer una cena para navidad o prepararse para un examen– manteniéndose enfocado en la meta, sorteando los distractores y buscando nuevas formas para sortear los obstáculos que se presentan. Por lo tanto, la adaptabilidad permite manejar las múltiples demandas, reorganizar rápidamente las prioridades, así como adaptarse con prontitud a los cambios, por lo que se ajustan las respuestas y tácticas a las circunstancias cambiantes, por lo que permite tener una visión de los acontecimientos muy flexible.

Esto es realmente la adaptabilidad o flexibilidad y ciertamente es muy bueno poseerla porque entre sus beneficios está el que nos permite tener una buena relación intrapersonal, o sea, llevarnos bien con nosotros mismos, y digo esto como algo muy importante, ya que hay quienes se la pasan peleados consigo mismo y los flexibles que permiten que los demás pisoteen sus límites y los trasgredan suelen estar muy inconformes con su “yo” interno, porque no se puede sentir bien quien es utilizado por otros.

Por otra parte, en las relaciones interpersonales el adaptable real tiene un éxito verdadero y puede establecer buenas y productivas amistades y cualquier tipo de relación con otras personas, laborales, de vecindario, etc., pero de una forma justa y equilibrada, pudiendo ayudar a los demás en una visión clara y fresca de un asunto, lo cual es muy provechoso, porque en cuestiones de la vida no siempre dos más dos es cuatro, las respuestas pueden ser muy diversas, porque que la visión del que es capaz de tener una postura flexible de los hechos nos puede llevar a una solución nueva y feliz.

Recuerdo que conocí hace años a una mujer que tenía fama de ser muy buena amiga porque era flexible y “lo entendía todo”, y alrededor de la cual se reunían unas personas que la buscaban para hacer cosas poco edificantes, como mentir, engañar, encubrir hechos y actitudes que incluso algunas llegaban a ser ilegales, y no es que esta mujer fuera mala, sino que tenía el falso criterio de la flexibilidad o adaptabilidad, que se basa en creer que a los amigos hay que ayudarlos en todo en un claro falso criterio de la amistad, aprovechándose de una personalidad débil de quien no sabe poner límites. Por eso es un buen consejo tener claros nuestros límites personales que lo dictan el código ético personal, y esto no está reñido con la flexibilidad.

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