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Primera interpretación en Cuba de los “Cuatro interludios

29 de marzo de 2013

Como se sabe, Benjamin Britten fue uno de los grandes músicos del siglo XX que más merecida fama alcanzó como compositor dramático. La generación de creadores que le precedió se mantuvo atenta a los cambios en el continente, pero sin aportar obras realmente originales. Con Britten, en cambio, aparece el músico de gran personalidad, con mucho qué decir y una “manera de hacer” afirmada, desde el primer momento, en los dominios de la instrumentación.
El “asunto” mismo de la ópera que lo da a conocer al público, es decir, Peter Grimes, tiene un carácter básicamente británico que el compositor confirmaría en su siguiente obra, o sea, un drama lírico basado en una novela de Hermann Melville que, aunque norteamericano, manejaba, en sus relatos acerca de la vida en el mar, una humanidad íntimamente emparentada con los personajes de Peter Grimes. Sin embargo, la fama rápidamente lograda pareció llevar al músico hacia un cosmopolitismo con “El rapto de Lucrecia”, pero muy pronto se le ve volver a su nacionalismo con la serie de “Villancicos de Navidad”, para arpa y voces; y su segunda versión de “La ópera de los mendigos”, de John Gay, mientras espera por la ópera sobre el asunto de Melville.
“Los cuatro interludios del mar” o, como también puede llamárseles, “Interludios marítimos”, se titulan Crepúsculo, Mañana de domingo, Claro de luna y Tempestad.
En ellos se muestra siempre presente la vigorosa personalidad de Britten en su manera de valerse de ciertos timbres “puros”, en este caso de las maderas y del arpa, unidos en un singularísimo maridaje armónico.
En otros momentos, su discurso se hace casi monódico, de una sencillez casi primitiva. Pero, cuando le exige la atmósfera dramática, Britten no es remiso en realizar proezas de instrumentación, como en la tempestad, que cierra la suite.
Y “Los cuatro interludios del mar”, de la ópera Peter Grimes, de Benjamin Britten, se escucharon por primera vez en nuestro país en un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida en esa ocasión por el maestro inglés invitado Norman del Mar. Y eso ocurrió en el Teatro “Amadeo Roldán” de La Habana, hace 40 años, UN DIA COMO HOY.