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Carta enviada por José Martí y Máximo Gómez al director del New York Herald

8 de junio de 2018

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Retrato de José Martí por Ernesto García Peña

 

Desde la zona oriental del territorio cubano y en unión de Máximo Gómez, José Martí fechó el dos de mayo de 1895, una carta dirigida al Director del periódico estadounidense New York Herald en la que explicó las razones y fines de la guerra por la independencia de Cuba.

En dicha comunicación Martí y Gómez precisaron que Cuba se había mantenido inicialmente en armas durante diez años y que desde febrero de 1895 se había reiniciado el combate por la independencia.

Detallaron igualmente las razones y objetivos de la guerra que se desarrollaba en esos instantes.

Se precisó: “Cuba se ha alzado en armas, con el júbilo del sacrificio y la solemne determinación de la muerte, no para interrumpir con patriotismo fanático por el ideal insuficiente de la independencia política de España el desarrollo de un pueblo que hubiera podido llegar en paz a la madurez, sin estorbar el curso acelerado del mundo que en este fin de siglo se ensancha y renueva, sino para emancipar a un pueblo inteligente y generoso, de espíritu universal y deberes especiales en América, de la nación española…”

Martí y Gómez señalaron en la comunicación enviada al periódico neoyorkino que los cubanos estaban conscientes del deber que les imponía la posición geográfica de su tierra natal

Manifestaron: “A la boca de los canales oceánicos, en el lazo de los tres continentes, en el instante en que la humanidad va a tropezar a su paso activo con la colonia inútil española en Cuba, y a las puertas de un pueblo perturbado por la plétora de los productos de que en él se pudiera proveer, y hoy compra a sus tiranos, Cuba quiere ser libre, para que el hombre realice en ella su fin pleno, para que trabaje en ella el mundo, y para vender su riqueza escondida en los mercados naturales de América, donde el interés de su amo español le prohibe hoy comprar.”

Y se patentizó en este documento lo que tan sólo solicitaban los cubanos a los diferentes pueblos y países: “Nada piden los cubanos al mundo, sino el conocimiento y respeto de sus sacrificios, y dan al universo su sangre.”

En la citada comunicación José Martí y Máximo Gómez igualmente resaltaron lo que podía significar para América y el mundo en general la liberación de Cuba del dominio colonial español ya que como ellos explicaron podría entonces fomentarse un comercio libre al tener acceso Cuba a los mercados naturales de América y otras zonas del mundo.

Y detallaron el sacrificio de los cubanos en aras de alcanzar esos objetivos:

“Plenamente conocedor de sus obligaciones con América y con el mundo, el pueblo de Cuba sangra hoy a la bala española, por la empresa de abrir a los tres continentes en una tierra de hombres, la república independiente que ha de ofrecer casa amiga y comercio libre al género humano.”

Además en la misiva dirigida al director del New Herald Herald, el 2 de mayo de 1895, Martí y Gómez trasmitieron un mensaje al pueblo de los Estados Unidos.

Expresaron: “Al pueblo de los Estados Unidos mostramos en silencio, para que haga lo que deba, estas legiones de hombres que pelean por lo que ellos pelearon ayer, y marchan sin ayuda a la conquista de la libertad que ha de abrir a los Estados Unidos la isla que hoy le cierra el interés español.”

Por supuesto esta relación con los Estados Unidos, Martí y Gómez la concibieron sobre la base del respeto y no la subordinación de Cuba a la política e intereses norteamericanos.

De los criterios de José Martí con respecto a los Estados Unidos y de cómo debían establecerse los vínculos de los pueblos latinoamericanos con su vecino poderoso y arrogante él trató en varias oportunidades, como por ejemplo en los trabajos que escribiera sobre la Conferencia Monetaria Internacional ó el identificado como Nuestra América y también hizo una reflexión muy significativa en la carta que le escribiera a Manuel Mercado el 18 de mayo de 1895, carta que quedó inconclusa al producirse su caída al día siguiente.

En la citada misiva planteó: “Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir, ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.”

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