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¿La cumbre que nunca existió?

25 de mayo de 2018

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Todo indicaba que existía una posibilidad para el inicio de conversaciones que llevaran a la tan necesaria y deseada desnuclearización de la península coreana.

El momento clave para un proceso iniciado era la cumbre anunciada para el 12 de junio en Singapur entre el líder norcoreano Kim Jong-un y el presidente estadounidense Donal Trump.

Pero aconteció que al mismo tiempo que el gobierno de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) honraba su palabra a hacer estallar el polígono de pruebas nucleares, con la presencia de periodistas nacionales e internacionales, otra “explosión” conmovió a la opinión pública internacional.

Se trata de la decisión unilateral de cancelar el encuentro que ya se calificaba, y con razón, de histórico, lo que permitiría avanzar en un tema tan polémico y que en los últimos meses había creado un foco de tensión y peligro para la paz mundial.

Dada la carta donde Trump anuncia su decisión a Kim y las “razones” por las que cancelaba tan esperado encuentro cualquier observador de la realidad internacional puede preguntarse si realmente la parte estadounidense tuvo verdadera intención de llevarla a cabo.

El “cubo de agua fría”, tal y como caracteriza un colega tal decisión, no hizo cambiar el interés de la parte norcoreana, que horas después de recibir la misiva de Trump, reiterara a través de la Cancillería local “la voluntad para efectuar el diálogo.”

Precisando que “Pyongyang tiene el deseo de solucionar los problemas cara a cara y en cualquier momento” precisó en un comunicado oficial el primer viceministro del Exterior, Kim Kye Gwan.

Realmente la decisión unilateral del mandatario de la Casa Blanca no puede ser aplaudida por nadie, ya que contradice los deseos de la mayor parte de la humanidad.

La cumbre realmente había provocado una expectativa mundial, luego de semanas y semanas de declaraciones e insultos entre ambas partes y, sobre todo, de sanciones y amenazas por la parte estadounidense, terminando con una decisión que jamás había sido tomada por mandatarios anteriores de esa nación.

Fue lanzar a la basura de un plumazo la ansiada y necesaria mejoría de las relaciones entre Pyongyang y Washington, caracterizadas durante decenios como hostiles y de desconfianza.

Otros observadores, además de aceptar la posibilidad que tal encuentro no era objetivo real de Trump, se preguntan si al mandatario estadounidense le faltó voluntad o confianza en los posibles resultados de la misma.

De inmediato la RPDC reiteró que sus esfuerzos para lograrlo eran sinceros, con la expectativa que al realizarse al máximo nivel sus resultados servirían de significativo punto de partida para la paz y la seguridad regional y mundial.

Con la decisión tomada, la reacción internacional ha sido unánime, llamar a que siga la política del diálogo entre ambas naciones y encontrar caminos para una verdadera desnuclearización y, sobre todo, no abandonar lo alcanzado hasta el momento.

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