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De a porque sí

11 de mayo de 2018

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Estamos viviendo realidades increíbles. Se fabrican mentiras y sobre ellas se crea lo que ahora llaman “matriz mediática” y se expande por el mundo lo mismo un nuevo tipo de cosmético que hace desaparecer las arrugas en cuestión de una semana, hasta que un territorio de un país ya no le pertenece y hay que justificar que otro estado se lo haya adjudicado.

Es terrible pero a la vez cierto y por estos días los ejemplos son exponentes de cuán grave puede ser la situación.

La última muestra de esta realidad tiene que ver con la irracional decisión de Donald Trump de romper con el Pacto Nuclear con Irán que había sido firmado en 2015 por las potencias miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania.

Trump montó su propia “historia” y pintó a un país persa perverso y diabólico, terrorista y amenazador…y, además, incumplidor del citado acuerdo nuclear.

¿Qué fuente de “información” secreta tenía el magnate de la Casa Blanca, para tirar al inodoro un documento con muchos años de negociación y elaboración?

El propio Trump lo dijo: Israel había informado a Estados Unidos de que Irán no estaba cumpliendo.

¿Puede ser algo creíble la citada fuente? En lo absoluto. El interés del estado sionista es fomentar la confrontación y la guerra en la región, azuzar al mundo contra Irán y servir a Estados Unidos para que le siga facilitando miles de millones de dólares cada año para adquirir armas salidas del Complejo Militar del Pentágono, que es en definitiva quien sustenta mayoritariamente la economía estadounidense.

Pero el anuncio de Trump —se sabía— traería cola en el contexto del conflicto regional en la zona del Oriente Medio y fundamentalmente en la formación de la llamada matriz mediática que hace ver a la nación persa como enemiga.

Solo 48 horas después de su comparecencia, ya los aviones israelíes bombardeaban territorio sirio so pretexto de que estaban combatiendo a militares iraníes, que a su vez habían lanzado misiles contra las Alturas de Golán, territorio sirio ocupado por Israel.

El ejército sirio, que fue capaz de interceptar y destruir a más de una docena de misiles lanzados por los aviones F-15 y F-16 israelíes, confirmó la muerte de tres ciudadanos sirios y heridas a otros dos. Además la destrucción de un centro de radares y otras instalaciones. En ningún caso había allí soldados iraníes.

Las Alturas de Golán siria constituyen un territorio de 1 800 kilómetros cuadrados, en la frontera con Líbano, Jordania e Israel.

Una gran parte del territorio fue invadido y ocupado por Israel en 1967.

Y para que se tenga una idea de cómo funciona el mundo hoy, la Organización de Naciones Unidas (ONU) adoptó entonces la Resolución 242 que considera a las Alturas de Golán como sirias, ocupadas por Israel.

Pero el país sionista siguió ignorando a la ONU y en 1981 incorporó a su jurisdicción todo el territorio y ofreció a sus habitantes la ciudadanía israelí. Entonces el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dictó la Resolución 497 declarando “nula y sin valor” la decisión israelí respecto a las Alturas del Golán sirio.

La cronología sobre cómo actúan Israel y Estados Unidos respecto a la ONU y a la comunidad internacional, sería tan larga, que hago referencia a ella para llegar a lo que ocurre en estos días de mayo de 2018, luego que Donald Trump abriera las puertas a la actuación ilegal israelí, lo mismo contra Siria que contra Palestina, Líbano o Irán.

Del resto de esta historia, de lo que puede suceder mañana, la semana que viene o dentro de un mes, seremos testigos como lo somos ahora de cómo el mundo se balancea en una cuerda floja a la que mucho aporta la llamada “matriz mediática”, que crea enemigos y monstruos para defender acciones horrendas como la de romper con un pacto nuclear que pudiera librar al mundo de una catástrofe final.

Tanto Trump como su par israelí, Netanyahu, hacen todo esto de “a porque sí”, y debe ponerse coto a tan grande y peligrosa amenaza.

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