ribbon

Liberace

16 de mayo de 2018

|

 

12985342_ori

 

Los listados de celebridades extranjeras que se han presentado en el cabaret Tropicana nunca dejan de mencionar a Josephine Baker, Nat King Cole, Carmen Miranda, Xavier Cugat y junto a ellos y otros famosos, al showman norteamericano Liberace, un artista  que mucho cuidó de crearse una imagen bien publicitada y mediática, como hoy diríamos.

Liberace llegó a La Habana a finales de agosto de 1956. El cronista Germinal Barral, en condición de enviado especial del semanario Bohemia,  lo entrevistó pocos días antes (el 20 de agosto) en Miami, adonde fueron a buscarlo el empresario cubano Gaspar Pumarejo y directivos de la Escuela de Televisión y de TeleMundo, quienes lo acompañaron a La Habana. Es decir, le dan al artista el tratamiento de una estrella, y en verdad lo era. Liberace, cuyo verdadero nombre era Wladziu Valentino Liberace, tenía por entonces 37 años, no se dejaba fotografiar a menos que estuviera en pose y acicalado, y no cesaba de sonreír ante el lente, consciente del valor de la imagen.

De aquella entrevista hoy día casi olvidada entresacamos este dialogo:

-¿Conoce usted La Habana, maestro?

-Sí, estuve allí hace poco menos de un año.

-¿Qué fue lo que más le gustó?

-La gente. Y desde entonces he deseado volver. Debe ser magnífico actuar para los cubanos.

Y a continuación un halago sin duda exagerado del periodista:

-En estos momentos es usted el artista de mayor popularidad en Cuba

-Eso me hace muy feliz.

De ascendencia polaca por una de las ramas paternas e italiano por la otra, Liberace comenzó a tocar el piano a los cuatro años de la mano exigente de su padre, y a los siete empezó a memorizar piezas difíciles. Estudió además  la técnica del famoso pianista polaco Ignace Paderewsky. No fueron fáciles sus inicios. Tocó música popular en los cines, la radio local, en clases de baile, en clubes y en bodas. También actuó en cabarets y clubes de striptease, y aunque sus padres no estaban de acuerdo, fue su forma de ganarse la vida en tiempos difíciles.

El artista trabajó sin descanso para perfeccionar sus actuaciones. Colocaba un candelabro sobre el piano, adoptó Liberace como su nombre artístico, y atrevidamente empezó a promocionarse como  “Liberace, el más sorprendente virtuoso del piano de hoy”, para lo cual adquirió un costoso piano de cola.

Sus presentaciones, muy estudiadas, incorporaron elementos extravagantes, al estilo de un showman. Él mismo declaró al respecto: “Yo no doy conciertos, yo monto un espectáculo”.

Galería de Imágenes

Comentarios