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José Martí y las circulares que elaboró en Cuba junto a Máximo Gómez

27 de abril de 2018

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Desde mucho antes de hallarse en Cuba en 1895, José Martí se había preocupado por definir una estrategia sobre el desarrollo de la guerra que concebía llevar a cabo para tratar de alcanzar la independencia de su tierra natal del dominio colonial español.

El 14 de marzo de 1892 en el número inicial del periódico “Patria” en el trabajo titulado “Nuestras Ideas” precisó que la guerra no habría de ser para el exterminio de los hombres buenos, sino para el triunfo necesario sobre los que se oponen a su dicha.

Desde ese instante había manifestado, además, que la guerra no sería contra el español sino contra la codicia e incapacidad de España.

Otras importantes consideraciones las expuso Martí, en este caso en unión de Máximo Gómez, en el documento que fuera firmado por ambos en la ciudad de Montecristi el 25 de marzo de 1895 en el que se destacó que la guerra constituía un suceso de gran alcance humano y también un servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas, prestaban a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo.

Después de su llegada a Cuba el 11 de abril de 1895, teniendo en cuenta lo que apreciaba de modo directo, se preocupó por reflejar en documentos diversas cuestiones a modo de orientación de los Jefes y Oficiales del Ejército Libertador, para lograr la organización más adecuada que contribuyera al desarrollo de la guerra.

Y un ejemplo de ello fue la Circular que junto a Máximo Gómez firmó el 26 de abril de 1895 en la que se les impartieron orientaciones a los jefes de los distintos grupos de luchadores independentistas.

Se detalló en dicho documento: “La isla de Cuba, en virtud del trabajo general y respetuoso que inició el Partido Revolucionario Cubano, se ha levantado de su libre voluntad después de largo y previo acuerdo con el apoyo ordenado del exterior, para conquistar, con una guerra enemiga de la devastación innecesaria y de la violencia inútil, su independencia absoluta de la dominación española.”

En esta Circular, elaborada un mes después de haber firmado lo que históricamente suele ser conocido como el “Manifiesto de Montecristi”, José Martí y Máximo Gómez reafirmaban y ampliaban los conceptos anteriormente expresados.

Por ejemplo en la Circular se manifestó lo siguiente al referirse a los objetivos de la guerra independentista y a la actitud que debían asumir los luchadores con respecto a la metrópoli española: “Jamás la revolución que ha estallado en Cuba pensó en admitir ni en oír siquiera, -por la incapacidad radical de España y por la insuficiencia patente para Cuba del mayor extremo de libertad española,- proposición alguna de España, directa o indirecta, que tendiese a abatir las armas cubanas con algo menos que con el reconocimiento de la independencia del país.”

También en esta Circular se reafirmó que un pueblo como el cubano, con carácter y elementos de vida propios, capaz de gobernarse por la cultura y laboriosidad de sus hijos, “no podía continuar en la servidumbre innecesaria de un pueblo lejano como el español, de espíritu diverso, abocado a una división próxima y cuya viciosa existencia nacional depende principalmente de la explotación pública y secreta de nuestra isla.”

En esta comunicación Martí y Gómez patentizaron que ninguna reforma planteada por España era válida. Al respecto se precisó que ni el gobierno de la península ibérica, ni nadie en su nombre, podría ofrecer sinceramente a Cuba concesiones que España por su Constitución nacional, no puede confirmar y que en su mayor extensión no bastarían a las dotes superiores y al grado de desarrollo del país, y que sólo con indignación, y como insulto verdadero, puede oír la dignidad cubana.

Como se puede apreciar para Martí y Gómez la única solución posible para transformar realmente la situación de Cuba era la independencia total y de esta forma ellos se enfrentaron y combatieron otras tendencias, como el anexionismo y el denominado autonomismo.

Por ende ratificaron la necesidad del desarrollo de la guerra como vía adecuada para alcanzar la independencia.

Y así lo hicieron constar en esta Circular al expresar concretamente: “La guerra por la independencia de un pueblo útil y por el decoro de los hombres vejados, es una guerra sagrada, y la creación del pueblo libre que con ella se conquista es un servicio universal. El que pretende detener con engaño la guerra de independencia, comete un crimen.”

Martí y Gómez detallaron además en este documento cómo debía procederse con todos aquellos que trataran de lograr que los cubanos dejaran de combatir e hicieran propuestas deshonestas en tal sentido y al respecto indicaron a los jefes de los distintos grupos de luchadores independentistas que castigaran con la pena asignada a los traidores a la Patria a cualquier persona que presentara proposiciones de rendición, cesación de hostilidades o un arreglo que no fuese el reconocimiento de la independencia de Cuba.

No fue ésta la única ni la última Circular elaborada por Martí y Gómez en relación con la guerra ya que durante la primera quincena de mayo de 1895 ambos rubricaron otras, como por ejemplo la fechada el 14 de ese mes en la zona de Dos Ríos.

En esa Circular Martí y Gómez plantearon que el pueblo de Cuba estaba preparado para vencer en la guerra que había vuelto a emprender con el objetivo de alcanzar su libertad, pero que sería inútil tal vez su sacrificio, o costaría demasiado sin necesidad, si todo el Ejército Libertador no obedecía a la vez al mismo impulso, si no se hacía en todas partes lo mismo a la vez y si no se llevaba la guerra adelante con un pensamiento enérgico y claro.

Señalaron además al resumir cómo concebían el desarrollo de las batallas a librar que el valor suele resolver los encuentros aislados, pero sólo el orden en la guerra y la unidad de pensamiento llevarían a la victoria final. Y en relación con ello enfatizaron:  “La victoria sólo se puede lograr, o se logra más pronto, con el asedio metódico y unánime que aturde al enemigo por su orden implacable, que lo obliga a empezar de nuevo donde cree que ha terminado, que no le deja reposo y lo compele a emplear y dividir sus fuerzas enfermas y cansadas.”

Cinco días después de haber firmado esta Circular José Martí cayó en un enfrentamiento con fuerzas españolas en la zona de Dos Ríos.

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